Fuente: Vinísfera.com, México
Ante al aumento de las temperaturas y la falta de lluvia —aunado a la poca agua que de por sí tienen regiones como el Valle de Guadalupe, en Baja California—, especialistas sugieren favorecer cepas del llamado grupo caliente como cabernet sauvignon, grenache, zinfandel y nebbiolo. Merlot y syrah irían de salida.
Las principales zonas vitícolas de México -ubicadas en los estados de Baja California, Sonora, Coahuila, Querétaro y Aguascalientes- tendrán que idear nuevas estrategias para garantizar su sustentabilidad. Y esto implica, entre otras cosas, favorecer variedades de uvas que sean más resistentes al calor como es el caso de cabernet sauvignon, grenache, zinfandel y nebbiolo, coinciden investigadores y productores, según un reportaje publicado este lunes 3 de mayo por el diario mexicano Reforma, de la Ciudad de México.
Hablando en concreto del Valle de Guadalupe, en Baja California, que concentra entre el 80 y 90 por ciento de la producción nacional de vino -y que tiene una temperatura promedio de 19 grados entre los meses de abril y octubre-, se preveé que las temperaturas se incrementen hasta en 1.5 grados durante los próximos 20 años. Esto lo afirmó Teresa Cavazos, investigadora del Centro de Investigación Científica y Educación Superior de Ensenada (Cicese).
«Con dicha temperatura, el Valle de Guadalupe está al borde del límite para la producción de uvas tipo merlot y syrah, que son variedades del grupo cálido, por lo que, si aumenta la temperatura, se tendrá que favorecer la producción de las que caen dentro del grupo caliente, como las cabernet sauvignon, grenache, zinfandel y nebbiolo», dijo Cavazos.
La falta de agua es otro problema grave que en Baja California ya está ocasionando pérdidas considerables, según dijo Leonardo Lizárraga, investigador del Cicese y productor de vino.
«De las 25 toneladas de uva que se esperaban en 2008, sólo se cosechó seis. En 2009 sólo se logró 40 por ciento de la producción, ya que el resto se quemó por la falta de agua», informó Lizárraga.
Además de la sustitución de cepas, los especialistas sugieren reorientar los viñedos -entre 30 y 45 grados al sur- para que las uvas reciban más sombra o incluso moverlos a zonas con temperaturas más frescas.