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La carménère gusta del calor. El sol y los largos veranos veranos son sus aliados indiscutidos. Prefiere los suelos medianamente permeables ni muy fértiles ni muy pobres. Oriunda del Médoc, en la prestigiosa Burdeos, ratifica el viejo refrán “Nadie es profeta en su tierra”. Encontró en Chile, especialmente en la región central, las condiciones geológicas y climáticas plenas para brillar. En ningún lugar como allí produce unos tintos tan expresivos y de colores tan intensos (varían entre el rojo de la deliciosa granada a los púrpuras con reflejos violáceos). Potentes en boca, son bien representativos del estilo de vinos del Nuevo Mundo: mucha fruta y sabor.
Menos elegante que la merlot, se destacan sus aromas vegetales a pimientos verdes. Las frutas rojas y negras también presentes en nariz según los diferentes carménère, son acompañadas con los aromas secundarios de café y chocolate.
Para conocer: Esta cepa, que algunos creen descendiente de la antigua familia Bitúrica y que se originó en el noroeste de España y de allí pasó a Burdeos, se caracteriza por un largo período de maduración. Su vendimia se produce en el mes de mayo; es en ese tiempo tardío de otoño cuando sus intensos aromas le dicen al enólogo que es tiempo de cosechar. El afortunado clima chileno sin lluvias de otoño permiten que la carménère nos brinde uno de los mejores vinos de Sudamérica.
Patrizia :typeo:
