Es que muchas veces hemos oído preguntas, tales como, de si se percibe distinto en esas copas?, si con vidrio no es lo mismo?, si en el clásico vaso, no se puede disfrutar igual?, claro, uno que constantemente trata de percibir decenas de aromas, sabe que no es una pedantería, ni siquiera una coquetería.
Se trata de serias investigaciones que se han hecho, sobre la forma de registrar más agudamente determinado aroma, o sabor.
Lo cierto es que un señor llamado Riedel, desde 1756, se encargó de producir diferentes diseños de copas, con el fin de reconocer, cada vez más precisamente, los aromas y los sabores de determinados vinos.
En principio la copa no debe presentar ningún tipo de tallado o coloreado, que no permitan visualizar la brillantes o la opacidad de un vino, y sus diferentes colores.
Entonces la copa deberá ser de un tamaño tal que permita al vino moverse dentro, ya antes de beberlo, ya que esto va a determinar la intensidad del caldo, debe ser absolutamente transparente, estrecha en la parte superior, para que no le permita escapar a los aromas.
En principio la copa de vino debe ser más grande que la de blanco, ya que en el vino tinto se resaltara todo lo relativo a su contenido alcohólico, y su estructura, necesitando respirar, mientras en el vino blanco, se destacarán las notas frutales y florales. La copa para los vinos espumosos deberá ser y aflautada para permitir observar la acción de las burbujas, y cerradas en la parte superior, para observar la formación de la corona.
Es importante señalar que todo el diseño de la copa, tiene que ver a su vez con la temperatura a la que se va a servir el caldo, esto quiere decir que de los 215 cm3 que tiene de capacidad la copa de cata, para el vino tinto se servirá de 100 a 120 cm3, a temperaturas de 14° a 18°, valorando los contenidos alcohólicos, y el vino blanco se servirá una cantidad de alrededor de 80 cm3, y a una temperatura estimada entre 7° y 12°, para apreciar las características frutales.
Los aromas más frutales y florales se encontraran en la parte superior de la copa, por su menor intensidad, y por ser más frágiles, son los aromas primarios, referentes al desarrollo de la uva, la zona intermedia de la copa, presenta los aromas secundarios, propios de la fermentación, un poco más minerales, vegetales, y en la parte inferior, se hallarán los aromas terciarios, más intensos, ahumados, madera, vainillas (en los vinos tintos), producto de guardas en madera y botella, siendo mucho más tánicos.
Lo cierto es que al girar la copa, todos estos aromas se entremezclan, transmitiendo una sensación general del vino, que le permite decodificar sensaciones, cualidades y vivencias de lo que se está bebiendo. Si eventualmente, no hay copas, y solo le sirven en vasos, trate de imaginar todas estas sensaciones, pero permítase comparar entre los aromas que encuentra en uno y otro lado. Bon appetit.
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