Y el vino tinto se convirtió en pintura. Una de las responsables de esa experiencia artística es la pintora Rufina Santana, que impartió el pasado mes en Tokio un singular taller.
Al vino le ha salido un nuevo maridaje. Además de estar unido a la gastronomía, la cosmética, la literatura o al enoturismo, los caldos se han aliado con el arte y, en concreto, con la pintura. Pero desde una óptica original, en vez de la temática predominante en algunos cuadros.
La artista canaria Rufina Santana, afincada en Lanzarote desde hace tres décadas, acaba de participar en el Instituto Cervantes de Tokio en una experiencia que ha mostrado a los japoneses un novedoso uso del zumo de uva fermentado. Invitada por la Fundación Arte y Gastronomía y el Instituto Cervantes, Rufina impartió a mediados del pasado mes de noviembre un taller pictórico a alumnos nipones estudiantes de español, cuya materia prima en vez de óleo era vino tinto.La actividad, denominada Palabras de vino, formó parte de la programación de la Semana Cultural que se desarrolló en Tokio con motivo de la inauguración del Cervantes en esa capital asiática, un acto al que acudieron los Reyes de España.
Se trató de una experiencia multisensorial, explicó la artista, en la que «aprovechando el sobrante de las copas de la catas, iba hablando a los asistentes al taller de la tradición grecolatina de esa bebida y les introducía en el arte de pintar con vino. El vino se tocaba, olía, se imaginaba…».
Para la iniciativa se utilizaron productos de Osborne