Cosecha atrasada por falta de grado, reducción de volumen de tintas, precios aún en discusión pero claramente altos, un panorama de cosecha para poner nervioso a más de uno.
Si observamos el precio que registra la Bolsa de Comercio para las operaciones de vinos de traslado advertimos un crecimiento del 130% para las operaciones financiadas en el último año con una discrepancia importante entre tintos y blancos.
Los primeros crecieron 135% mientras que los segundos un 71%. Escasez relativa. Tanto la demanda interna como la internacional siguen enfocadas en los vinos tintos argentinos, entre ellos, el Malbec.
Algunos industriales sostienen que la franja de más crecimiento en precios es la que va entre los 20 y 27 dólares la caja y el crecimiento de los precios del vino o la uva está dejándola sin márgenes ¿De quién es la culpa? ¿De la especulación de los productores? ¿De una circunstancial mala cosecha? Ni una, ni otra, alcanzan para explicar una situación con más imagen de estructural que de coyuntural.
Argentina tuvo un boom de inversiones vitivinícolas que empezó a principios de la década pasada y que parece haberse amesetado desde el 2005. Basta un número para explicitar la situación: en los últimos 5 años la tasa de crecimiento de las exportaciones de Malbec superó el 35% anual, pero el ritmo de implantación de este varietal apenas superó el 2.5% anual.
Tarde o temprano la restricción aparecería y el incremento de precios es una respuesta.
Si el varietal más exitoso de Argentina no puede atraer inversiones al ritmo que necesita, algo está funcionando mal. Estamos ante una consecuencia directa del incremento de la tasa de riesgo país.
Fuente: Diario Los Andes (arg) – Vía Vendimia.com