Las heladas, el granizo y una epidemia de moho han devastado la célebre región francesa donde se cultiva el espumante. Hoy se obtienen 2.500 kilos de uva por hectárea, cuando en una temporada normal se recolectaban 11.000.
La situación es casi inédita y no ocurría algo similar desde hace 40 años. Los productores piden calma y aseguran poseer una reserva para al menos cumplir con las demandas de este año. Pero, ¿cómo será lo que viene?
La situación es casi inédita y no ocurría algo similar desde hace 40 años. Los productores piden calma y aseguran poseer una reserva para al menos cumplir con las demandas de este año. Pero, ¿cómo será lo que viene?
Los viñedos de Champagne han comenzado a encender una alarma roja. Célebres y exquisitos, estos paisajes de la emblemática área francesa, famosa mundialmente por su selecto espumante, están provocando auténticos quebraderos de cabeza para los productores.
¿El motivo? El 70% de la cosecha ha resultado devastada por causa de un clima extremadamente frío e inusual en la zona. En Côte des Bar, donde se encuentran un cuarto de los viñedos de Champagne, las heladas llegaron tardías y sus efectos resultan letales.
En otras áreas emblemáticas, como las del departamento de Aube, las cosechas fueron arrasadas por tormentas de granizo y una epidemia de moho, que invadió gran parte de la región ( el 99% de las plantaciones se vio afectado).
Esta situación inusitada, que no tenía parangón alguno desde hace más de 40 años (cuando otra similar aconteció en Francia) ha despertado la inquietud de publicaciones especializadas, como la prestigiosa revista Decanter.
En un extenso artículo, el enólogo Jean Pierre Fleury ha explicado que perdió el 70% de su cosecha por el clima frío y seco. También su par Olivier Horiot, residente en la zona de Les Riceys, quien calculó una cosecha de 10.700 kilos por hectárea para julio y solo obtuvo entre 2500 y 3000.
En Francia se consume la mitad de la producción mundial de champagne. El granizo, el frío y las epidemias de moho se han encargado de generar la peor cosecha en cuatro décadas. Todavía es imposible cuantificar los daños económicos por la pérdida de uvas en los viñedos, pero el coste será muy alto.
En 2012 hubo un escenario bastante similar, aunque con menos impacto que ahora, En ese momento, la excesiva humedad y el intenso granizo también arrasaron los cultivos.
Apenas surge un consuelo: los productores aseguran poseer una reserva para al menos cumplir con las demandas de este año. Pero si el clima se mantiene en las temporadas siguientes, la situación se tornaría extrema.
El champagne requiere fermentar durante 15 meses en botella, y esta mala cosecha podrá afectar directamente lo que viene a continuación.
Dicen que cuando alguien sale a aclarar ciertas situaciones, oscurece… Y si pide tranquilidad, es mejor preocuparse aún más. Es lo que ha ocurrido por estas horas, cuando Jean Marie Barillère, presidente de la Unión des Maisons de Champagne (el sindicato que agrupa a los productores), pidió calma y no entrar en pánico ante la situación.
Por las condiciones climáticas y la epidemia de moho, el resultado promedio actual de la cosecha en toda la región es de 2.500 kilos de uva por hectárea, muy por debajo de los casi 11.000 kilos en épocas y condiciones normales.
Charles Philipponnat, general Manager en Champagne Philipponnat, ha admitido que para cumplir con los rendimientos de 2016, los cultivadores tendrán que «hurgar mucho en sus reservas».
Magiste, una agencia que monitorea una gran selección de los cultivadores de viñedos, ha confirmado que el 99% de los viñedos supervisados estaban en la actualidad podridos por el moho.
A finales de julio la situación no era tan complicada, pero se agudizó muy rápidamente este mes. El 34% de los viñedos registra pérdidas de más del 10% en el rendimiento debido al moho, y en el 4% de los viñedos más de la mitad de la cosecha se ha visto afectada, ha indicado la empresa.
Fuente: http://noticias.lainformacion.com/mundo/entero-queda-champagne-ahora-hacemos_0_947306596.html
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Mari
Champagne, reinventarse o morir
Un programa a 15 años estudiará la creación de nuevas variedades de uvas con el fin de salvar al Champagne del cambio climático
Frente al cambio climático, que podría desnaturalizar el champán y promover más enfermedades de la viña, los viticultores de Champaña se lanzan a un programa de creación de nuevas castas más resistentes que logren a la vez preservar la tipicidad del ‘rey de los vinos’. «Trabajamos a muy largo plazo, y podrían cambiar los fundamentos de las castas de uva de nuestra denominación», explica Thibaut Le Mailloux, del Comité Champagne, en el que están juntos los viticultores y las casas elaboradoras.
En colaboración con el Instituto Nacional de Investigación Agronómica (INRA) y del Instituto Francés de la Viña y el Vino de Montpellier, este programa, que durará 15 años, pretende crear de cuatro a cinco nuevas castas preparadas para adaptarse e los desafíos medioambientales futuros.
«Se trata de cruzar las catas permitidas en Champaña con castas naturalmente resistentes a ciertas enfermedades o que presenten particularidades interesantes, como por ejemplo una madurez tardía, para obtener una resistencia natural o una aptitud de cultivo mejor adaptada a nuevas condiciones climáticas», indica el Comité.
La evolución de las condiciones climáticas ya tiene un impacto sobre el ciclo de la viña en Champaña. Según la interprofesional, desde los años 90 la floración empieza unas dos semanas antes. Los racimos son mayores y presentan niveles de alcohol más elevados en cerca de un grado. Los niveles de CO2 más altos también favorecen la fotosíntesis.
Estos parámetros favorecen por ahora al champán pero podrían finalmente penalizarlo si, como predicen los expertos en clima, la temperatura media global subiese entre 1º y 5º C de aquí a 2100.
«Hay que empezar absolutamente ahora mismo la investigación, porque dentro de 25 años será demasiado tarde», estima Le Mailloux.
Actualmente están autorizadas siete castas en la denominación. Las más extendidas son pinot noir, pinot meunier y chardonnay, delante de arbane, petit meslier, pinot gris y pinot blanc. Son castas que, ya de por sí, son el fruto de las antiguas investigaciones y trabajos de los «champenois».
A lo largo de la historia del champán se han producido cruces de castas, sobre todo a finales del siglo XIX tras la crisis de la filoxera. Ahora lo que está en juego es la creación de castas que resistan a enfermedades como oidio y mildiu, favorecidas por el calentamiento clomático, y de paso reducir el empleo de pesticidas.
«Estamos cruzando ‘supergenitores’ muy resistentes con nuestras castas», expica Arnaud Descotes, director adjunto de técnica y medio ambiente del Comité Champagne. «Partimos de un racimo de uvas que empiezan a florecer, y que fecundamos con polen de la casta que nos interesa. Se han hecho los primeros cruces en 2015, y los segundos en junio pasado».
El proceso de hibridación debería dar 4.000 pepitas, que se plantarán dentro de seis años en parcelas experimentales en Champaña. Hacia 2030, después de pruebas, análisis y catas, de cuatro a cinco nuevas castas podrían inscribirse en el catálogo francés y luego en el de la denominación AOC Champagne.
«Nunca se tratará de OGM, sino de castas híbridas obtenidas a la tecnología», precisa Descotes.
En ese trabajo, los científicos vigilarán para que se conserva la tipicidad de los vinos. Subraya Le Mailloux: «Conservar el estilo del champán es un objetivo prioritario. Seguimos con nuestra tradición, que es innovar, pero el champán seguirá siendo champán». AFP
Fuente:. https://www.vinetur.com/2016082225123/champagne-reinventarse-o-morir.html