¿Por qué seguir innovando cuando ya tienes una historia de prestigio que te respalda? Es una incógnita que surge al conocer el trabajo de Bodegas Santiago Ruiz. En realidad es muy fácil de despejar. Porque no se conforman, porque la innovación está en su ADN y porque su historia les sirve como orientación, pero no para anclarse ni mucho menos quedar a la deriva.
La bodega no sería lo que es hoy sin la inquietud que en su día demostró el fundador. Santiago Ruiz, generalmente reconocido como el Padre del Albariño, fundó la empresa en 1984, ya jubilado de su profesión de comercial, con la intención de hacer vinos cada vez mejores. Los cimientos eran los vinos que ya en 1860 elaboraba su abuelo y que por aquel entonces eran «recomendados por los médicos para enfermos y convalecientes». A esa tradición incorporó grandes novedades para la época y la zona en el proceso de elaboración, como la utilización del frío y de los depósitos de acero inoxidable.
Y día a día, añada tras añada, Santiago Ruiz nunca dejó de observar la viña, de indagar en los cuidados que diesen el mejor resultado a la hora de vinificar. Fue probablemente el primer profesional con consciencia de serlo en la elaboración de albariños, el precursor de lo que pocos años después sería la Denominación de Origen Rías Baixas, en la actualidad referencia internacional en vinos blancos.
El espíritu innovador continúa siendo esencial en Santiago Ruiz. Muy pocas bodegas pueden presumir de contar con un espacio experimental como el suyo en sus modernas instalaciones de Tomiño (Pontevedra). Con él estudian variedades autóctonas como la omnipresente Albariño pero también las Loureiro, Treixadura, Caíño Blanco o Godello, también propias de la subzona de O Rosal. No solo evalúan el comportamiento de la planta, sino que investigan con las elaboraciones en microdepósitos con los que perfeccionan sus vinos.
VINOS INCONFUNDIBLES
Con esos estudios, y el legado de conocimientos de la familia, se definió el vino Rosa Ruiz. Este 100% Albariño, que lleva el nombre de la hija menor del fundador, se elabora con uva seleccionada de las viejas cepas de su viñedo en O Rosal. Es el originario de la bodega de siempre en San Miguel de Tabagón, la que ilustra su etiqueta. Desde 2015 su característica etiqueta de la puerta roja es ya un clásico en el mercado, un vino de gran singularidad con el que la bodega mira al futuro sin perder de vista su tradición histórica.
Rosa Ruiz, la hija menor del fundador, da nombre al vino 100% Albariño con las cepas más viejas de su viñedo
Para clásico también inconfundible el gran protagonista de la gama, el Santiago Ruiz, el perfecto exponente de la subzona de O Rosal, la más templada de Rías Baixas. Su mezcla de 76% Albariño, 11% Loureiro, 5% Treixadura, 4% Godello y 4% Caíño Blanco refleja el espíritu original del fundador de la bodega. Beberlo es probar la pasión por la excelencia de las variedades autóctonas a la que don Santiago se entregó en sus años al frente de la bodega. Es una pasión familiar que queda patente en la original etiqueta del vino. En ella se recoge el mapa trazado a mano para que los invitados pudiesen llegar al lugar de la boda de Isabel Ruiz, la primogénita de la familia, en 1965. Una anécdota nada menor, que encarna tanto el origen como el valor familiar del vino.
Santiago Ruiz y Rosa Ruiz, los inconfundibles vinos de la bodega
La gama de la bodega no tiene, ni necesita, más vinos. Ambas referencias ponen el acento en lograr la autenticidad a partir de la viticultura. «El vino se hace en la viña, nuestros vinos son jóvenes, que no recién nacidos», recuerdan en la bodega que explicaba Santiago Ruiz con su característico tono didáctico, de buen comercial y mejor embajador. Y fieles a ese principio siguen, con la exclusividad y las producciones limitadas como emblemas.
CRECIMIENTO CUIDADOSO
Sobre esos pilares, la tierra y la historia de la familia, Bodegas Santiago Ruiz ha ido creciendo sólidamente a lo largo de los años. Atrás, muy atrás en el recuerdo, queda la producción de vino en la comarca restringida al autoconsumo doméstico. La calidad se ha abierto paso y en la actualidad la bodega cuenta con 38 hectáreas de viñedos de los que salen vinos con reconocimiento mundial.
Viñedos de la bodega en Tomiño, al lado del río Miño
El crecimiento no ha impedido mantener una viticultura cuidadosa. Al contrario, se han intensificado esas prácticas para mimar aún más el resultado final. Así, en ningún momento se interviene para precipitar la vendimia. El grado óptimo de maduración se espera con paciencia para lograr que la uva exprese todo su aroma. Es una vendimia manual en la que se efectúa una primera selección en el propio viñedo y una segunda, también a mano, ya en bodega, para utilizar únicamente las mejores uvas.
CONOCER LA BODEGA DE CERCA
El epicentro de lo que en su día fue una revolución en la vitivinicultura de la zona sigue siendo de algún modo la antigua casa-bodega del siglo XVII, hoy convertida en museo. Por cierto, se sitúa en la calle Viticultor Santiago Ruiz, homenaje para la eternidad de sus convecinos a la incansable tarea divulgadora del fundador de la bodega, fallecido en 1998.
La colección del museo se puede considerar incluso un tesoro etnográfico, puesto que exhibe diversos aperos de labranza y antiguos utensilios con los que se elaboraba el vino. Es un retrato patrimonial del embrión de la actual denominación de origen. Y sirve además de escenario para la relajación del enoturista, puesto que, además de visitas guiadas, la bodega ofrece degustaciones de sus vinos en un espacio acondicionado junto al antiguo lagar.
La antigua bodega de Santiago Ruiz funciona hoy como museo
Tal contacto con la tranquilidad y con el legado de Santiago Ruiz está al alcance de cualquiera. Al atractivo del museo, hay que añadir el del viejo viñedo en emparrado tradicional y el hecho de que los anfitriones no tienen parangón en amabilidad y cuidado de los detalles. Para acudir a pasar una jornada allí, basta con concertar cita con antelación a través de info@bodegasantiagoruiz.com