Grans Muralles, vino de la Colección de la Familia Torres con DO Conca de Barberà, es un vino único e inconfundible, elaborado con variedades catalanas recuperadas del olvido. Un vino que, según Josep Sabarich, director técnico de Bodegas Torres, “es fruto del amor y respeto por el viñedo y del esfuerzo de gente apasionada por su trabajo que, durante tres décadas, se ha dedicado a recuperar el patrimonio vitivinícola de Catalunya”.
Así lo ha asegurado Sabarich durante la cata vertical de seis de las mejores añadas de este sensacional vino, celebrada este miércoles, 2 de abril, en el Salón Alimentaria de Barcelona, y en la que han participado más de sesenta personas.
Y es que Grans Muralles, cuyo nombre alude a la muralla que el Císter construyó en el siglo XIV para proteger el monasterio de Poblet de las guerras y los mercenarios, nace del descubrimiento casual, en 1980, de la garró, una variedad antigua con gran potencial que se había dejado de cultivar y que supuso el inicio de uno de los capítulos más fascinantes de la historia de Bodegas Torres: el proyecto de recuperación de variedades ancestrales catalanas.
“Después de este primer descubrimiento, decidimos movilizarnos y hacer una llamada a los viticultores catalanes para que nos ayudaran a recuperar otras variedades antiguas, ya que, con el tiempo y la reducción de las variedades usadas en la vinificación, se hubieran acabado perdiendo definitivamente”, comenta Sabarich.
En 1996, tras de un largo proceso de aclimatación en la finca de las Muralles, en la población tarraconense de Vimbodí, la variedad garró pasó a formar parte del ensamblaje del primer Grans Muralles. Es una variedad de baja productividad y maduración tardana, que aporta gran complejidad aromática, con notas intensas de hoja verde y frutos negros y maduros, y que contribuye a estructurar su boca con taninos firmes. A la garró le siguió la querol, que suma sus excelentes virtudes a Grans Muralles 2009 y 2010. Es una variedad que madura muy rápido, manteniendo la acidez; es intensa, fresca, con notas de laurel y fruta confitada que adquiere con el tiempo en botella, y una acidez excelente que le confiere una aptitud óptima para la crianza.
Estas variedades recuperadas, unidas a la garnacha tinta, la mazuelo y la monastrell, confieren al vino una identidad propia, reconocible y diferencial. Pero este espíritu único no se debe solo a las variedades que lo integran, sino también a los profundos y pedregosos suelos de pizarra (llicorella) de la finca Grans Muralles, que tienen una capacidad de retención de agua baja y muy bajos rendimientos (3.000 litros/ha.).
Añada 1996
Es la primera añada de Grans Muralles, elaborada mayoritariamente con garnacha acompañada de monastrell, garró y samsó. Las viñas que se plantaron en los años 80, todavía no han llegado este año a su máxima expansión. El 1996 fue un año fresco y el vino así lo refleja. En nariz muestra notas de tabaco y setas frescas… Predomina su frescor y no muestra ninguna señal de oxidación en botella. Es un vino fino, largo y con un punto acídulo en boca.
Añada 1997
A las variedades de la primera añada, se incorpora la cariñena. A nivel de temperatura, 1997 fue un año algo más cálido que la media, lo que hace que el vino, sin llegar a ser oxidativo, tenga una cara mucho más madura, con una evolución más de cueros en nariz y algo más de calidez, y un tanino un punto más reactivo. Es un vino más mediterráneo.
Añada 2001
Es un vino más «pensado»; lo que se busca es conseguir que el vino exprese algo más la crianza, más madurez, siguiendo la tendencia que arranca en 2001 de un estilo de crianzas más largas. Bocas más llenas, algo más grasas. Se buscan madureces más elevadas (sobre todo de pieles) y extracciones más largas para que luego sean capaces de aguantar más tiempo en barrica.
El 2001 fue un año más cálido y seco, típico de esta zona tarraconense. Esto se traduce en notas más mediterráneas en nariz; la barrica está más marcada pero sin dominar.
Es un vino con más presencia, más graso en boca; una boca más llena.
Añada 2006
Este vino es la consolidación de los cambios en el proceso de elaboración iniciados con la anterior añada con el fin de crear un nuevo estilo de vino. Los aromas son intensos de especiados, vainillas marcadas, notas de sobremaduro que no llegan a pasas. En boca tiene mucho de todo; mucha grasa, mucha madera… Y más estructura en nariz.
Añada 2009
A partir del 2009 hay una diferencia importante respecto a las anteriores añadas en su concepción. Antes, los vinos tenían un tanino que pesaba en boca, que es lo que les daba la estructura. En el 2009 y el 2010, la estructura se la da la acidez que aporta la querol, que substituye la samsó. La querol es una variedad que mantiene una acidez elevada y que ha permanecido en roble francés pero sólo con un 20-28% de barrica nueva para que las notas de la variedad sigan teniendo presencia y no se vean enmascaradas por las de la barrica.
Se encuentran notas de sotobosque, recuerdo a zumo de granada. En boca es un vino con presencia; lleno. El alcohol está presente pero la acidez le da frescor. Al final sale tanino porque todavía le hace falta más tiempo en botella.
Añada 2010
La añada 2010 es una añada más fresca. Además, el vino no muestra todavía las notas que da la presencia en botella. Es un vino más fino, con menos presencia de tanino; más fresco.