“En Alta Alella está nuestra casa y, entre las viñas, han crecido nuestras hijas. El vino es mi proyecto de vida y el de toda mi familia”.
Josep Maria Pujol-Busquets Camps, propietario de Alta Alella
Alta Alella es la culminación de un proyecto familiar nacido hace más de veinte años. Ubicada entre los municipios de Tiana y Alella, en la zona agrícola privilegiada del Parque Natural de la Serralada de Marina, la historia de la bodega comenzó cuando el enólogo emprendedor Josep Maria Pujol-Busquets Camps y su esposa, Cristina Guillén Soldevila, adquirieron la finca novecentista de Can Genís.
Cerca del mar Mediterráneo, que baña la costa a tan sólo dos kilómetros del viñedo, el matrimonio devolvió a la finca su encanto original reformando la masía, recuperando las viñas viejas, algunas de más de 50 años, y construyendo una bodega moderna y ecológica en la que trabajan para producir vinos con vocación de pureza y transparencia, que son un vivo reflejo del terroir y de cada añada.
En 1991, Alta Alella plantó sus primeras viñas con la variedad típica de la región, la Pansa Blanca (o Xarel·lo), junto a otras como la olvidada Mataró, que no se había cultivado desde los tiempos de la filoxera. Diez años después, en 2001, las seis hectáreas de terreno distribuidas en terrazas y laderas ya estaban preparadas para dar el fruto que produciría los primeros vinos de la bodega. Con el paso del tiempo, Alta Alella ha crecido y actualmente controla 50 hectáreas en producción dentro de las DO Alella y DO Cava.
Desde sus inicios, la bodega se ha basado en la agricultura ecológica certificada. Utilizan técnicas agrícolas ancestrales excluyendo el uso de pesticidas y herbicidas, creando un ecosistema equilibrado que respeta la flora y la fauna autóctonas de la zona.
La vendimia se realiza de forma manual, prestando atención individual a cada una de las plantas. Tiene una duración aproximada de dos meses en los que, mediante un riguroso control de maduración, se busca el momento óptimo para recoger cada variedad. Con el esfuerzo de la familia y todo el equipo por encontrar variedades resistentes y minimizar el tratamiento de las viñas y los vinos, la bodega trabaja año tras año para lograr uvas y vinos más sanos.
Además del sello de calidad intrínseco en todos sus productos, Alta Alella se ha consolidado también como una bodega abierta al público y al enoturismo. El vino de una zona forma parte de su identidad y Alta Alella quiere compartir el suyo con los visitantes de todo el mundo. Así, pone a disposición del público un entorno vitivinícola único en el que dar tranquilos paseos, hacer catas o disfrutar de la amplia oferta de actividades enoturísticas que se renuevan mes a mes.
Alta Alella es la bodega más próxima a Barcelona y sus vinos ecológicos están presentes en las cartas de algunos de los mejores restaurantes del mundo.
Este 2013, tras la reestructuración de su gama de productos, Alta Alella ha renovado su imagen con el rediseño de su logo y el nuevo estilo de sus etiquetas, ahora más frescas, actuales y fieles a su filosofía.
Arraigados en la familia, Josep María y Cristina han hecho de Alta Alella una bodega moderna y actual, y el relevo generacional está asegurado con sus dos hijas: Mireia, bióloga especializada en fisiología vegetal y Máster en Agricultura Ecológica; y Georgina, estudiante de Farmacia, colaboradora activa en la empresa.
Filosofía
Alta Alella es una bodega ecológica que mira al futuro. Su propietario, Josep María Pujol-Busquets, y gran parte de su equipo, son enólogos, por lo que sienten verdadera pasión por la diversidad. Eso lleva a la bodega a trabajar con microvinificaciones, innumerables variedades de uva y a no dejar de innovar, produciendo en un año hasta 47 vinos distintos.
Huyendo de la estandarización, año tras año, el objetivo de Pujol-Busquets y de Alta Alella es producir vinos transparentes, que reflejen el terroir de la bodega y las características de su añada. Vinos que muestren, al ser catados, las condiciones meteorológicas, geológicas y de la vendimia de cada año.
“En Alta Alella no nos vamos a cansar de evolucionar y profundizar en la agricultura ecológica”, dice Pujol-Busquets. El camino de la bodega para conseguir vinos sin rastro de carga química es imparable. Su objetivo es encontrar y desarrollar variedades resistentes que se adapten al medio para minimizar el tratamiento tanto de las viñas como del vino, reduciendo su manipulación para lograr un producto más natural y sincero.