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La sal de la vida de las Islas Baleares

  • La extracción de sal marina a lo largo de siglos de historia ha dejado en los paisajes del archipiélago balear una profunda y singular huella, que puede admirarse en paraísos únicos de belleza incomparable. 
Islas Baleares, 11 de junio de 2018. – La extracción de sal de las aguas del archipiélago balear es una herencia milenaria que forma parte de su Patrimonio Cultural y Natural. Una actividad que se lleva a cabo en un entorno en el que flora y fauna se aúnan para dar lugar a un espectáculo paisajístico de gran belleza. Las montañas se cubren de blanco convirtiéndose en un polo de atracción para miles de aves migratorias y alrededor de las balsas de sal nace la vegetación característica de este espacio natural.

Así son los paraísos salineros de las Islas Baleares, ecosistemas únicos que descubren a locales y visitantes los secretos mejor guardados sobre el arte de la producción de la sal y que, además, pueden ser disfrutados realizando otras actividades en contacto con la naturaleza, como el senderismo o el birdwatching.

Cristales en forma de flor que flotan en la isla Mallorca 

En la mayor de las Islas Baleares, algunos restos arqueológicos confirman que la primera extracción de sal se produjo hacia el siglo IV a.C., durante la presencia púnica. Se sabe que existieron salinas por todo el territorio insular, pero las de mayor relevancia son las Salinas d’Es Trenc, que continúan en funcionamiento en la actualidad.

También denominadas Salinas de Levante, están situadas al sur de Mallorca y alcanzan una extensión de unas 172 hectáreas, formando parte de la zona húmeda protegida del Salobrar de Campos y produciendo unas 10.000 toneladas de sal al año. Constituyen un extenso circuito de balsas destinadas a incrementar la concentración de sal por litro de agua marina. A través de un canal, las aguas mediterráneas de la hermosa playa de Es Trenc, idóneas para la fabricación natural de cloruro sódico, nutren este paraíso para las aves, y a su vez muestran insólito ejemplo sobre cómo la acción humana puede generar ecosistemas valiosos y dignos de protección.

Este enclave se renovó en los años 40 y 50 y, desde entonces, se han continuado utilizando técnicas tradicionales. La materia prima sigue siendo el agua de mar y las fuentes de energía principales, el sol y el viento. Estas salinas se alzan como un paraje fundamental para las aves, donde repostan y se alimentan más de 170 especies aladas, como flamencos y garzas. En las balsas más pequeñas se produce la apreciada Flor de Sal: cristales en forma de flor que flotan y se recogen de manera artesanal. Es la sal más pura, con más de 80 oligoelementos necesarios para el organismo humano y, que además se ha convertido en la más apreciada por los grandes chefs para condimentar sus creaciones.

Las salinas d’Es Trenc pueden descurbirse a través de visitas guiadas de unos 40 minutos de duración que permiten conocer los secretos de la producción de sal y los valores naturales de este valioso ecosistema. Otras salinas a visitar en la isla de Mallorca son las Salinas dels Estanys, en la Colonia de Sant Jordi, que datan del siglo IV a.C. y están consideradas como unas de las más antiguas del Mediterráneo.

El birdwatching, un gran atractivo en Menorca 

La UNESCO reconoce a Menorca desde 1993 como Reserva de Biosfera. Una calificación avalada por la rica reserva marina y por contar con cinco reservas naturales y 19 Áreas Naturales de Especial Interés (ANEI). Parte de esta distinción también se debe a sus salinas: Ses Salines Noves de Fornells y las Salinas de Addaia y Mongofra. 

Ses Salines Noves de Fornells fueron construidas en el siglo XIX durante la dominación inglesa y, desde 2012 se está procediendo a su recuperación para que puedan visitarse y produzcan, año tras año, flor de sal. En la actualidad, abren al público entre junio y agosto a través de una visita guiada que revela la historia de la sal en Menorca, el proceso de producción de flor de sal y que hace especial hincapié en la riqueza de la fauna y la flora presente en la Reserva.

Otro de los enclaves salineros menorquines son las Salinas de Addaia y Mongofra, de gran interés medioambiental, hoy en desuso. Se trata de dos salinas del siglo XIX separadas por una estrecha franja de tierra por donde pasa actualmente la carretera que va a Mongofra Nou. A la izquierda de esta carretera, mirando en dirección al mar, están las salinas más antiguas, las de Addaia, que son también las mayores con una superficie de 16.000 m2 y, a la derecha, las salinas de Mongofra, con una superficie de 2.800 m2.

Paraíso donde los haya, Menorca ofrece un gran número de actividades donde la naturaleza es protagonista, entre las que destaca la Observación de aves o Birdwatching, una práctica cada vez más demandada y extendida. Y es que esta isla en sus 700 km2 brinda la posibilidad de admirar todo tipo de especies en entornos muy dispares: barrancos, grandes áreas poco pobladas tanto secas como húmedas, acantilados, lagunas, salinas, pinares o encinares, donde la vida natural es tan rica y variada como la biodiversidad de aves.

De salinas a un Parque Natural en Ibiza y Formentera

En Ibiza, los cartagineses iniciaron la producción de sal hacia el siglo V a.C. Más tarde, las salinas fueron aprovechadas por los distintos pobladores, hasta que en 1871 pasaron a manos privadas. Actualmente se integran dentro del Parque Natural de las Salinas de Ibiza y Formentera, y se pueden visitar recorriendo los estrechos caminos que separan las balsas. Junto a la iglesia de Sant Francesc de l’Estany, al inicio de las salinas, se encuentra el Centro de Interpretación de este parque natural, que permite conocer su valor ecológico y económico.

El parque también incluye las Salinas de Formentera y el estrecho que separa las dos islas, cuyos fondos están recubiertos de la planta marina Posidonia Oceánica, responsable de la nitidez y color de las aguas. En la misma isla se contemplan bellas lagunas litorales cercanas a las salinas, como S’Estany des Peix, Estany Pudent y la Bassa de S’Espalmador.

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