El Bulli cerrará sus puertas este sábado como restaurante para transformarse en fundación y lo hará con una fiesta privada que servirá para homenajear a todo el equipo de chefs que han pasado por el establecimiento y han formado parte de la revolución gastronómica mundial.
La celebración, que será muy íntima y únicamente para el personal y amigos más cercanos de El Bulli, es uno de los secretos mejor guardados del restaurante, que siempre comparte sus recetas y técnicas, pero que en esta ocasión ha querido mantener el misterio y sobre todo la sorpresa hasta el último día.
«Se trata de un homenaje a todos los que han hecho posible El Bulli Foundation, que son los que han construido todo lo que implica El Bulli Restaurante», ha dicho Ferran Adrià en declaraciones a Efe, mientras se preparaba para el penúltimo servicio del restaurante que ha dirigido en los últimos 27 años.
Adrià no ha querido desvelar nombres ni detalles de los que estarán presentes mañana, pero ha asegurado que el último día de su restaurante será «para divertirse», tras haber reiterado en numerosas ocasiones que en su equipo no se respira un ápice de tristeza o melancolía, y que están «todos muy ilusionados con el nuevo proyecto».
Se han escrito miles de líneas sobre el inminente cierre del que, ya sea dentro o fuera de las clasificaciones gastronómicas, es el restaurante más famoso de la historia, y el primero del mundo que decide metamorfosearse en la que quiere ser la fundación de investigación y creatividad culinaria más innovadora y sostenible de la historia.
Mañana sobre las 18.00 horas -una hora y media antes de lo habitual- dará comienzo el último servicio del restaurante El Bulli, al que están invitados unos cincuenta privilegiados, todos ellos «amigos y familiares» de Adrià, según ha confirmado el propio chef.
El restaurante de Ferrán Adrià cierra sus puertas este sábado para transformarse en fundación.
Sábado 30 de julio de 2011.
El último menú es también un secreto, y culminará con una fiesta íntima, con campanadas incorporadas como en fin de año, en la que en lugar de uvas se comerán pedazos de un enorme pastel sorpresa, para celebrar que a partir de las 00.01 horas del 31 de julio comienza su andadura El Bulli Foundation.
Adrià explica que llegar a «este sueño» que será la fundación, ha sido posible gracias a los chefs que han pasado por El Bulli y que a partir de ahora serán los encargados de mantener eternamente vivo el espíritu de este restaurante ya mítico.
No hay que olvidar que en El Bulli han trabajado René Redzepi (número uno del mundo según la revista Restaurant), Joan Roca (número dos), Andoni Luis Aduriz (número tres) y Massimo Bottura (número cuatro), entre otros.
Por eso mañana, Adrià quiere rendir homenaje y escribir a fuego en las páginas de la cocina universal los nombres de todos los que han participado en la revolución gastronómica engendrada en los fogones de El Bulli.
El chef Ferran Adrià, impulsor de la revolución de la vanguardia gastronómica mundial y considerado por muchos como el mejor cocinero de la historia, ha cerrado hoy su restaurante El Bulli, que ha dirigido durante los últimos 27 años.
Su carrera se ha guiado siempre por una máxima: «Creatividad es no copiar», y desde que asumió esta filosofía como propia, la cocina de vanguardia mundial ha sufrido una auténtica revolución liderada por un diminuto restaurante en Cala Montjoi, en Roses (Girona) y apoyada por una generación irrepetible de chefs españoles que han consolidado a España como líder gastronómico mundial.
Adrià nació en Hospitalet de Llobregat (Barcelona) el 14 de mayo de 1962 en el seno de una familia de clase media y en un entorno que él mismo ha calificado siempre como absolutamente «normal».
Su primer contacto con la hostelería fue en la adolescencia: tras su negativa a seguir estudiando, en 1980 aceptó un trabajo de fregaplatos en el Hotel Playafels de Castelldefels (Barcelona) con el único objetivo de poder costearse un viaje a la isla de Ibiza.
Alternaba sus horas de trabajo con una pasión, el fútbol, pero tras darse cuenta de que no podría prosperar en este deporte, empezó a dedicar casi por casualidad más energía y pasión al mundo de la cocina, en el que se introdujo de la mano de un libro que llegó a aprender casi de memoria, «El Práctico», debido al empeño de su jefe en el hotel donde trabajaba.
Una vez conocidas todas las bases de la cocina tradicional, algo que él siempre ha considerado básico para ser capaz de crear platos nuevos, Adrià hizo el servicio militar y después fue recomendado para hacer unas prácticas en El Bulli.
El cocinero entró posteriormente en la plantilla del El Bulli como jefe de partida y desde allí, guiado por las circunstancias de falta de personal, a las que se sumaba un talento culinario que ya sobresalía por encima de lo habitual, se convirtió en tan solo un año en jefe de cocina del hoy restaurante más famoso del mundo.
En el Bulli se empezó a fraguar una incipiente revolución en gastronomía, que comenzó con un acercamiento a lo autóctono y al Mediterráneo de los platos heredados de la alta cocina francesa y que le supuso al restaurante la recuperación definitiva de su segunda estrella Michelin.
Acompañado en el restaurante por su hermano Albert Adrià desde 1984, que se encargó de la pastelería de El Bulli hasta 2008, cuando se lanzó a un negocio de tapas en Barcelona, Ferran fue evolucionando y avanzando en técnica y precisión a la hora de crear nuevos platos.
La lista de sus premios y distinciones es casi infinita, pero en ellos destacan el Premio Nacional de Gastronomía al Mejor Jefe de Cocina en 1992, el Grand Prix de l’Art de la Cuisine de la Academia Internacional de Gastronomía (1994), la Cruz de Sant Jordi de la Generalitat de Cataluña (2002), el exclusivo Lucky Strike Award de diseño (2006) y el de Mejor chef de la década, otorgado en 2010 por la revista Restaurant.