Para demostrarlo reproducen cantos gregorianos en las bodegas donde descansan las barricas para mejorar la calidad de los vinos, comprobando que desde que ponen música el vino envejece con una grata armonía.
Esta afirmación, que en principio, nos podría parecer excesiva se encuentra amparada por un estudio empírico del enólogo chileno Aurelio Montes.El fundador de bodegas Viña Montes afirma que música y vino forman una unión indisoluble.Podemos comprobar que al principio el vino es un poco agresivo, como un joven, pero con la música los taninos se ablandan.
Por otra parte socialmente música y vino siempre han ido juntos. No es lo mismo tomar una copa en un lugar ruidoso que en un local de ambiente agradable con buena música. ¿Verdad?La Bodega Viña Montes buscó qué tipo de música iría bien para dar una sensación de calma y paz, y descubrieron que los cantos gregorianos eran algo sagrado y relajante.
Según un estudio publicado por National Geographic, afirmando que la música influye en el líquido, demuestra la influencia positiva de los ritmos y melodías en el agua y las plantas.
De todos modos en el vino las diferencias son muy sutiles, pero sin duda la música monástica benefica los caldos sobre todo la variedad Cabernet Sauvignon.Aunque Viña Montes fue pionera en inspirar la maduración del vino con música, la española Codorniu, ya aplica este método en sus bodegas de Napa en California. Para acabar diremos que la voluntad de relacionar vino y música llevo a Aurelio Montes a impulsar junto con la Universidad Heriot-Watt en Edimburgo, una investigación que determinó que la música puede influir en el sabor.
Así pues no nos engañemos una planta, la vid, es un ser vivo como nosotros. Y lo que es bueno para nosotros también lo es para ella, aunque sea en forma de vino. Una transformación de la materia que no la invalida para percibir el ambiente circundante. Ya sea en forma agresiva o relajante como el canto gregoriano.