Sobre los orígienes de la tradición de tomar doce uvas en la noche vieja, de la que ya hable el otro dia pero esto yo no tenia ni idea…estos madrileños son la leche!!como todo imagino que tiene mitad leyenda mitad realidad…
Muy pocos saben que la costumbre de tomar doce uvas al compás de las campanadas que despiden el año fue consecuencia de eliminar la celebración de los Reyes Magos, por lo que gracias a los Reyes Magos llegaron las doce uvas.
Corría mediados del siglo XIX, primeros días de enero, en el más castizo Madrid había una tradición que se celebraba año tras año. Los madrileños debían localizar a un forastero, asturiano, gallego, recién llegado a la villa y hacerle creer que la noche del 5 de enero había que ir a recibir a los Reyes Magos de Oriente.
La trama se perfeccionaba de un año para otro y en ella participaban hasta personas de orden para convencer al forastero de la obligación de ir a recibir a los Reyes Magos y encontrar las monedas y riquezas que iban dejando en los balcones.
Era una noche en la que el pardillo forastero iba acompañado por decenas de madrileños que le hacían creer la historia. Se portaban escaleras para subir a los balcones y buscar los regalos de los reyes, había un alboroto tremendo y las botas de vino parece que no tenían fondo.
Esta tradición madrileña, que sólo era una expresión popular que buscaba poder celebrar una noche de fiesta muy especial, eso sí, sirviéndose de inocentes forasteros, perduró hasta los reyes de 1882.
En 1881 llega un nuevo alcalde a Madrid, José Abascal y Carredano, natural de Los Pontones (Santander) que quiso eliminar esta tradición que provocaba muchísimo ruido y jaleo durante la noche del 5 de enero.
En diciembre de 1882 publicó un bando por el que se anunciaba que quienes quisieran participar en la recepción de los Reyes Magos debían pagar un duro, cinco pesetas de la época, coste este que no se podían permitir los madrileños de clase humilde que eran los que ejecutaban la broma.
Al final este alcalde madrileño consiguió que sus paisanos no fuesen ridiculizados esa noche, pero también consiguió quitar a los madrileños la fiesta más esperada del año, ya que la noche vieja no se solía festejar.
El dinero, el poder de las clases acomodadas habían conseguido quitar una tradición madrileña.
En el siglo XIX había una superstición muy arraigada que decía: “Comiendo uvas el día primero del año, se tendrá dinero en todo él”.
Las familias pudientes madrileñas, las que iban de viaje a Paris y Biarritz, en las cenas de noche vieja acostumbraban a cenar uvas y tomar champagne, costumbre tomada de Francia. Esta costumbre poco a poco fue calando en las clases medias en las que, por un lado veían ridículo el comer uvas, pero por otro creían en las supersticiones, por lo que también comenzaron a incluir en sus cenas de fin de año las uvas y cuando no se podía champagne, vino, ya que se decía que “la hija debía seguir a la madre”, el vino debía seguir a la uva.
Los madrileños que no compartían esta costumbre de tomar uvas intentaron burlarse de quienes lo hacían y decidieron ir al reloj del Ministerio de la Gobernación y tomarse doce uvas al compás de las doce campanadas del reloj de la Puerta del Sol, siguiendo después una fiesta en la que “la hija dela uva” era la gran protagonista.
se tiene constancia, al menos, de esta tradición desde la nochevieja madrileña de1896 y poco tardaron los empresarios en sacarle rendimiento a esta tradición, insertando anuncios en los periódicos madrileños los días antes de fin de año ofreciendo “Las Uvas de la Suerte”, “Las uvas de la felicidad”, de la fortuna, milagrosas y un largo número de adjetivos que buscaban rentabilizar económicamente esta iniciativa.
Por tanto, desde la última noche del año de 1896, la Puerta del Sol disfruta de una tradición surgida como revancha de los madrileños por quitarles la celebración de ir a recibir a los Reyes Magos la madrugada del 5 de enero. Por ello hay que agradecer a José Abascal y Carredano que quitara la tradición de los Reyes Magos y que a cambio se consiguiera traer la tradición de las doce uvas, por lo que fueron los Reyes Magos en su visita a Madrid los que dejaron esta tradición a finales del siglo XIX.