|
Rioja siempre se ha distinguido por su carácter pionero desde que en 1924 los precursores de la Denominación demandaron a las autoridades públicas una forma de poder diferenciar sus vinos en el mercado. Fue entonces cuando, por primera vez en España y unos años antes de que se reconocieran las primeras Denominaciones de Origen, se aprobó un sello que permitía certificar los vinos de Rioja y el control de los mismos, para lo cual se delimitó su zona de producción, se configuró su primer Consejo Regulador y se publicó, en 1928, su primer Reglamento. Tras casi cien años de andadura, el BOE publica el reconocimiento por parte del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de los primeros 84 Viñedos Singulares. Esta evolución de la certificación, que comenzaba el siglo pasado identificando aquellos vinos procedentes de la Denominación, llega ahora a concretar la trazabilidad hasta poner el foco en pequeños parajes o sitios rurales: Viñedos Singulares. Integrados por una varias parcelas catastrales, con características agrogeológicas y climatológicas propias y uniformes que los diferencian y distinguen de otros de su entorno, de los que se obtienen vinos con rasgos y cualidades singulares. Culmina así un proceso que tuvo su punto de partida a mediados de 2017 cuando se resolvió añadir al Pliego de Condiciones de la Denominación de Origen Calificada Rioja la posibilidad de identificar un origen más específico para ciertos vinos, que tiene el valor de ser certificado por el Consejo Regulador. Se definieron así como vinos procedentes de viñedos con más de 35 años de edad y cuyos rendimientos no sobrepasan, de manera natural y en virtud de su vigor limitado, 5.000 kgs. por hectárea en el caso de variedades tintas y 6.922 kgs. por hectárea en variedades blancas. A su vez su transformación se limita a 65 litros por cada 100 kgs. de uva, su cultivo es respetuoso con el medio ambiente y su vendimia manual. Es también destacable que el vino será evaluado dos veces, recién se haya elaborado y justo antes de su comercialización, siendo que en este momento debería ser considerado como excelente por la mayoría de los catadores que lo evalúen. Las contraetiquetas que garantizarán estos vinos incluirán, certificando todos estos extremos, la mención “Viñedo Singular”, que permitirá que los consumidores sepan que todas las características descritas están certificadas por el Consejo Regulador. Se combinan así requisitos cualitativos y trazabilidad geográfica, que van a enriquecer el sobresaliente elenco de vinos de ensamblaje que fundamentan la reputación de Rioja. A finales del año pasado, 50 titulares impulsaron los 84 proyectos que ahora se reconocen, representativos de 154 hectáreas, que a buen seguro no van a ser los últimos. El presidente del Consejo Regulador, Fernando Salamero, ha destacado “cómo Rioja sigue estando a la altura de las Denominaciones más prestigiosas del mundo y demostrando su orientación al mercado y su permanente respuesta a las inquietudes y expectativas de los consumidores, profesionales, prescriptores y productores”. Ha afirmado “cómo el estandarte de los vinos de calidad marcará una senda que seguro van a recorrer también otras regiones”. El presidente ha subrayado “cómo este hito compensa el esfuerzo del sector en estos últimos años, para seguir incrementando el fondo de comercio de una Denominación, única, singular, reconocida y mundialmente respetada”. |