Fuente: El Mercurio
CHILE | El Nebbiolo italiano y el Tannat uruguayo están entre las especies que han sido autorizadas para experimentar.
Las viñas pequeñas tienen un jardín de variedades y las grandes como Concha y Toro siguen esa tendencia
La viña Odfjell se atrevió con el Carignan. En 2001 lanzó su primera producción pura de esta especie francesa poco reconocida en Chile, pero que se usa generalmente en mezclas o «blends», y que ha sido muy premiada en el extranjero. «La gran mayoría de lo que producimos -un 97%- se exporta. Pero el 3% que queda en Chile, desde el 2001 hasta hoy ha más que duplicado sus ventas», señala Pedro Torres, gerente general de Odfjell. La viña, además, está experimentando con un jardín de variedades, donde en 15 hectáreas tienen distintas cepas a prueba, de las que ya hay producción de Tannat, Garnacha, Petit Verdot, entre otros.
Las viñas grandes también se han subido al carro. Undurraga, que tiene Garnacha plantada desde 2008, está esperando los resultados. «El potencial real es 10 años después», dice el enólogo de la viña. También están probando con cepas francesas. Concha y Toro es otra de las grandes que se suma a la tendencia, con Viogner, Riesling, Pinot Grigo y Shiraz Rose, en su línea Casillero del Diablo.
Experimentar con nuevas cepas no es llegar y plantar, dado el costo que implica y el tiempo que tarda, hasta 10 años. Además, se necesita contar con la aprobación del SAG. Hace un mes este organismo incluyó diez nuevos tipos de uva en su listado, entre ellos el Tannat uruguayo, con las que podrán experimentar los productores chilenos.
VIÑAS BOUTIQUE. Las viñas más chicas son las que más apuestan por la experimentación y la diferenciación. Botalcura se la jugó por el Nebbiolo, una cepa italiana que en Chile encontraron por casualidad. El enólogo Philippe Debrus, creador de este vino que se vende a US$ 45-50 la botella, cuenta que antes de lanzarlo al mercado hizo ensayos en bajos volúmenes y que hasta ahora ha tenido una buena recepción, sobre todo en el mercado internacional. «Existe un consumidor que busca y está abierto a probar vinos nuevos; pero, de todas maneras, hay que hacer un esfuerzo de marketing».
La viña Terramater también mantiene un jardín de variedades, por si alguna cepa empieza a tomar vuelo, y también para diversificar la oferta en hoteles y restaurantes, mercado en el que se han especializado y cuyo público busca productos nuevos, explica el gerente comercial, Víctor Szecowka.
ROL DEL CONSUMIDOR. Un factor clave es que los consumidores se atrevan a probar estas variedades solas, y no en mezclas como se acostumbra. «El problema de Chile es que somos demasiado clásicos y poco arriesgados para vestirnos, comer y tomar. Todavía somos muy tomadores de etiqueta, de marca, y no por lo que efectivamente te puede dar el producto», dice Leonardo Severino de Tienda de Wine. Aunque ahora hay un grupo de entre 25 y 35 años que se está atreviendo. En cambio, hace algún tiempo la Viña Canepa produjo la cepa Zinfandel; la gente probaba ese vino y le encantaba, pero a la hora de comprar, seguía llevando las cosas típicas.