Hoy Hablo de un vino que un buen compañero de trabajo tuvo la amabilidad de darme a conocer
Mi afición a los buenos caldos ya ha corrido por mi currelo, gracias en parte a este magno blog. Un compañero zamorano ha debatido mas de dos o tres veces conmigo sobre la calidad de los vinos de Toro y la de los Ribera. Mala discusión para tener conmigo pues soy acérrimo defensor de los vinos de mi tierra. Talibán, diría yo.
Y éste compañero me invitó un día a comer a la obra que tenía en curso, y a tomar un buen vino. La unica condición era que él elegía el vino: Sea.
Este jumento me plantó encima de la mesa un vino de Toro llamado Quinta de la Quietud. Desconocido para mi, ignorante de ésta “comarca”. Y además del 2.002: Tela marinera. La etiqueta rezaba 20 meses de barrica y tinta de Toro, uva por excelencia de la denomonación. Para alguien acostumbrado al Tempranillo, al Merlot y, en ocasiones, a la Garnacha Aragonesa, era todo un reto.
Pero he de decir que el vino trunfó con dos orejas y rabo, en argot taurino. Solo al abrirlo ya nos llegó lo que nos esperaba. Madera, balsámicos, elaborados con complejidad y sutil elegancia …
Decanto, y espero, su edad lo aconseja. Ante el vivaz observador zamorano, me recreo observando su color y capa, cual imitador de maestro catador. Y a pesar de mi poco conocimiento distingo un color rojo bermellón (dirira yo) intenso y denso, al estilo de los buenos vinos que admiro.
Pruebo. Maravilla de las maravillas. El sabor a madera y balsamicos llega gradual y no hay aspereza en boca. El paso se hace en consecuencia sabroso, casi goloso. El trago llena el paladar, dejando siempre un suave y muy conseguido regusto a madera que lo hace muy apetecible.
El vinó fue devorado, era evidente. El zamorano (y su vino) me hizo hincar la rodilla, he de reconocerlo. EL vino me gustó un montón. Aún tuvo el detalle de hacerme una foto de la botella que nos pimplamos, ya que le prometí comentar esta epopeya en el blog, pero la avidez que provocó en mi éste buen vino hizo que no estuviera este cristiano para hacer muchas fotos.
Sea ésta mi humilde contribución a un más que digno caldo.
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