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Sobre los sacrílegos y sus sacrilegios parte II

El comentario de mi compadre,  me hizo recordar una experiencia similar e igualmente ilustrativa espero ; hace un año mas o menos, estuve comiendo en un restaurante nada maravilloso de Burgos, cerca ademas del lugar donde me pagan por mis servicios  ; era domingo y muchas familias ocupaban el comedor, con el jolgorio propio de la mucha gente y los muchos niños;  el caso es que yo también me ví rodeado de esa turba , cuando me percate que en la mesa aneja, un trío de personas de unos cincuenta tacos de media se sentaron a comer; de repente, ví que el vino que habían pedido era un Vega Sicilia Unico. El vino que acompañaba mi comida (no elegido por mí, era un tema familiar fuera de mi control) se parecía a ese solamente en que también fue protegido por un corcho al ser embotellado.

Maliciosamente, me sentí como el Golum viendo el “tesoro”, pero pronto me dí cuenta de lo que esa botella,  iba a sufrir, en silencio, con la templanza del gran Aquiles conociendo que moriría sin remisión en Troya ; la comida que acompañaba tal vino no era nada espectacular, y cuando salió el lechazo, a este amante de ese asado se le cayo el alma a los infiernos . De reojo veía como el vino apenas era precipitado en la copa; sin duda no era el mejor lugar para pedir un VS, ni el hecho de que se abriese en la propia mesa, y se sirviese si dejarlo oxigenar, ayudaron, pero presentía lo que luego sucedería; la botella, al acabar la comida, se había quedado a mitad, entre tres personas, quizás una copa cada uno, quizás menos; seguramente uno de ellos quiso mostrar su poder, o su buen gusto por el vino, o solo ignorancia, el caso es que los camareros no tardaron mucho en llevarse la botella abierta para chiqueros; en mis adentros me preguntaba si esa botella, esa obra de arte en si misma, podría haber tenido peor dueño, peor final, peor destino.

R.

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