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Sudáfrica produce vinos del Nuevo Mundo desde hace más de 350 años

La primera cosecha data de 1659, lo que ubica al país en la intersección del Viejo y el Nuevo Mundo. El fin del apartheid fue una revolución para las bodegas.

En las afueras de Ciudad del Cabo (sudeste de Sudáfrica) se hizo la primera plantación en 1655, con cepas provenientes de Francia, Alemania y España, cuando el lugar era un simple parador de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. El 2 de febrero de 1659, el fundador de Ciudad del Cabo, el comandante holandés Jan van Riebeek, escribió en su diario: «hoy, gracias a Dios, produjimos vino por primera vez proveniente de los viñedos del Cabo».

Con el tiempo, los vinos sudafricanos se volvieron famosos, a tal punto que Napoleón en su exilio en la isla de Santa Elena y el rey Luis Felipe de Francia los tomaban.

Hay 100.000 hectáreas plantadas en todo el país, con la mayor concentración en el valle de Constantia, en las afueras de Ciudad del Cabo. Del total, el 56% son vinos blancos, con las variedades Semillón y Riesling entre las más premiadas. De las tintas, las Cabernet Franc y Shiraz son las más reconocidas en el mundo.

A pesar de su fama conquistada en el siglo XVIII, los vinos sudafricanos quedaron muy afectados por el apartheid y el embargo internacional que sufrió el gobierno de Sudáfrica durante muchos años. Pero recién en 1994, cuando volvió la democracia al país y se permitió votar a la mayoría negra, las bodegas pudieron recuperar el terreno perdido. Hoy, Sudáfrica es uno de los países más reconocidos del grupo del Nuevo Mundo.

Fuente: La Nación (Arg)

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