A veces he comentado en este blog lo mucho que los dioses, desde lo alto del Ida, se ríen de lo pobres mortales, burlándose de su suerte y de su desconocimiento del futuro; hace unos días escribía del vacío de mi vinoteca, y en un par de noches media docena de vinos han entrado en ella, como por arte de magia, sin duda guiados por deseo de la misma Atenea, que siempre ayuda a los luchadores que no conocen rendición . Unos provinieron de una buena oferta de vino roble ribereño del Hipercor, y pronto serán aquí comentados, los otros salieron del horno que es un trastero en lo alto de un edificio de ciudad; mi padre guardaba esas botellas allí, pero creo que se dio cuenta que no era el mejor lugar, y me las dono como el que regala su coche viejo antes que llevarlo al desguace . Dudo mucho por las añadas tan antiguas (1997, 1985) y el carácter de los vinos, alguno de cosecha, que se puedan beber, pero hasta que no sean abiertos, no podre firmar su sacra defunción; si de ellos saco buen caldo, así lo provean los dioses, aquí serán mentados.
En esa comida familiar, mi tío saco este vino para probarlo, se llama T´D Anguix, y emana de la bodega Torres de Anguix, sita en ese mismo municipio de la provincia burgalesa, integrada dentro de la D.O. Ribera del Duero. El vino es un 100% variedad tempranillo con cinco meses en barrica, rojo picota denso y capa media; muy marcada la madera, que ahogaba bastante la fruta de un vino tan sumamente joven, notas de café derivadas de esa crianza predominantes, lo cual se confirmaba en boca, siendo un vino muy cortito, fácil de beber pero con poca, muy poca historia. No obstante, Jay Miller recientemente le concedió 89 puntos Parker, tiene también un Zarcillo de Plata 2009, por lo que puedo estar equivocado.
R.
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