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Dos productores de vinos argentinos crean nuevos sistemas de conducción de la vid

Se suman nuevas propuestas a las formas tradicionales de guiar el crecimiento de la planta de la vid.  Ambas son creaciones de productores mendocinos. Sistema “Ramé” y “Tubular”.

Luis Ramero (derecha) observando su propio sistema con Rodolfo García de Santa Sylvia


Desde el nacimiento de la vitivinicultura hasta hoy, los sistemas de conducción de viñedos han ido evolucionando. Actualmente, los productores eligen entre diferentes métodos según la calidad y cantidad de uva que se quiere lograr, el espacio con que se cuenta, formas de cosecha y sistemas de riego, entre otros factores.
Los viñateros mendocinos no se han quedado atrás en materia de investigación. Luis Alberto Ramero, productor de Rivadavia, ideó en 1998 el sistema “Ramé”, mientras que Ángel Cereda, propietario de Maderas Don Ángel, creó recientemente el sistema “Tubular”.


El sistema Ramé nació ante la necesidad de encontrar una forma sencilla y económica de cosechar mecánicamente. Luis Ramero, explicó que está conformado por una estructura básica de postes y alambres que conducen el tronco principal desde el suelo hasta una altura determinada, donde se abren dos ramificaciones hacia ambos lados del tronco. Cada una de ellas es conducida hasta una distancia adecuada respecto del tronco, para luego hacerlos descender en forma paralela hasta un alambre conductor. “La planta describe un recorrido desde el suelo hasta los racimos similar al de una T”, aclaró.

Este sistema permitió al productor de Rivadavia diseñar un prototipo de máquina cosechadora que, según las pruebas realizadas, es capaz de realizar un trabajo más rápido y efectivo que los tradicionales. “La uva cae bien y no se rompe. Tampoco daña la estructura del sistema”.



Entre otros beneficios logrados por la conducción Ramé, su autor destacó que la exposición solar es buena y pareja desde la brotación. “Esto permite lograr mejor volumen de producción manteniendo los estándares de calidad. Por otro lado, la distribución de la canopia favorece una buena ventilación que contribuye a mejorar el comportamiento sanitario del cultivo”.



Ramero resaltó además, que es posible la colocación de tela antigranizo, sin la necesidad de realizar grandes modificaciones estructurales. “Disminuye el costo de colocación en más de un 50% en relación al parral cuyano. No afecta o comprime la expresión vegetativa de la planta como el espaldero y no dificulta las tareas culturales en las distintas épocas del año”.


Cabe destacar, que el sistema fue reconocido y aprobado por el Instituto Nacional de Vitivinicultura. Además, el Fondo de Transformación y Crecimiento de Mendoza otorga créditos para facilitar a los productores la transformación de sus formas de conducción tradicionales al sistema Ramé.  “Al cabo de 3 años, es posible convertir cualquier viñedo al sistema Ramé. Hemos transformado viñedos de 20 años que están rindiendo 400 quintales por hectárea”.


Sistema tubular
A principios de abril de este año, Ángel Cereda, titular de Maderas Don Ángel, presentó ante un grupo de profesionales el nuevo sistema de conducción denominado “Tubular”, (foto número 1).

Fue pensando para disminuir la demanda de mano de obra, lograr buena calidad de uvas y proteger a la planta contra el granizo y las heladas” sostuvo el empresario.

El principal material que se utiliza en este nuevo sistema es un rollizo de 10 a 12 centímetros de diámetro en la parte más delgada y un largo de 4,5 metros. Este rollizo debe enterrarse un metro y se le deben hacer 8 orificios separados por 50 centímetros cada uno, partiendo de la superficie enterrada. Dos de estos agujeros sirven para sostener y tenzar la malla conductora y protectora de las plantas de la vid. Los otros 6 se utilizan para cruzar el hierro de 30 centímetros que se utilizará para conducir las cepas en forma de zig- zag”.

Para determinar los ventajas y falencias del sistema, el investigador lo puso a prueba durante cuatro años en la zona de San Martín, dentro del lugar físico de su empresa. La observación y experimentación, le permitieron sacar algunas conclusiones.“Hemos logrado mejor color en las uvas, con mayor grado alcohólico y de azúcar. Es fácil adaptarlo a terrenos sin niveles. Además, el desarrollo del follaje es bueno y protege las uvas del sol y el rocío dando una maduración muy natural”.


Impecable trabajo de nuestros productores.  Seguramente ambos sistemas serán llevados al mundo.

Fuente:  Mariano Zalazar (Área de Vino / Diario Los Andes)

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