Fuente: ArgentineWines.Com.
El Manifiesto scoREVOLution
El vino es una expresión gustativa del lugar donde sus uvas crecieron y los métodos con que fueron cultivadas, estos métodos se han desarrollado en el tiempo para enfrentar la variabilidad de la naturaleza. La combinación de tierra, clima, cultura y filosofía conforma el terroir. Lo ideal sería que un vino evocase una comprensión de la región productora e incluso del viñedo individual que le da origen.
La expresión sutil del vino se entiende mejor a través del contexto de su geografía. Hay muchas acciones en el proceso de elaboración que finalmente afectarán a un vino, pero si el objetivo es abordar el tema desde una mirada minimalista, o sea alterar o influir en el proceso lo menos posible, mientras se previenen infecciones y su deterioro, entonces seguramente la esencia del terruño se conserve.
Si nos basamos en los paladares parciales de unos pocos – y la boca no puede ser imparcial, dado que el proceso de cata es algo sumamente personal – que nos diga que es lo bueno y lo perfecto, entonces no habremos sacrificado nuestro propio entendimiento personal del vino, y de esta manera ¿cuál sería el objeto de beberlo?
El sistema de puntuación de 100 puntos es una herramienta torpe e inútil para el examen de vino. Si el vino es, como creemos, algo subjetivo, sutil y vivencial, por naturaleza no es cuantificable. Las puntuaciones impuestas a los vinos son simplemente un símbolo estático, una definición absoluta basada en un singular contacto con un vino y así completamente ineficaces cuando se aplican a un producto dinámico, cambiante y polifacético.
Discutir los taninos de los vinos, su acidez, equilibrio, estructura, fruta, etc., es esencial. Compartir nuestros pensamientos y experiencias con otros seres humanos es posiblemente una de las partes más importantes de beber vino. Pero introducir una puntuación a este proceso es a menudo una actitud inexacta condescendiente y excesivamente simplista.
El vino es infinitamente variable. Esta es la naturaleza del terruño, y también de la humanidad, que inexorablemente está hermanada con el terruño.