A veces cuando vas caminando entre viñedos y la uva todavía esta verde, ácida y a veces neutra me pregunto como es posible que ese grano de uva que no dice nada se transforme luego en la copa en un baile de aromas y colores que a mi me dejan sin palabras .
En esta época en la que los primeros caldos están viendo la luz se desvelan aromas originales del fruto, nacen del hollejo o de la piel de la uva pero el raspón o escobajo y las pepitas también poseen potencial aromático que a veces se valora como positivo y otras como negativo, estos aromas se clasifican en los herbáceos.
Los aromas primarios del vino proceden de la uva además de estar unido al terruño que juega un papel muy importante.
Así en un vino blanco joven de moscatel y en la gewurztraminer destacan los aromas a rosas, si el vino procede de cepas típicas del Penedes apreciamos las notas de manzana, y mas frutales y aromas cítricos responden a la riesling y a la verdejo, vinos mas herbáceos con notas vegetales son los procedentes de la sauvignon blanc.
Un vino tinto joven recuerda a esas frutas rojas como la fresa en caso del tempranillo con notas de regaliz así los vinos procedentes de garnacha se obtienen vinos con aromas a frutas rojas y negras, hablo de estas variedades que son las que a mi me toca trabajar y mas conozco.
Si os es posible ir a una bodega en esta época, catar estos vinos y olerlos para conservar en la memoria estos aromas, oler vinos recién prensados, y en mostos en plena fermentación.