Alberto Arizu |
Fuente: Eduardo Moraga Vásquez -Diario El Mercurio (Chile)
Alberto Arizu, nuevo presidente de Wines of Argentina, explica el éxito trasandino y releva su interés por ocupar un lugar similar a Chile.
Por estos días, Argentina es la niña bonita del planeta viñatero. Mendoza es el destino vinícola más cosmopolita. Estilosas, enormes y, a veces, intimidantes bodegas de inversionistas franceses u holandeses son parte del paisaje trasandino. El malbec, al que prácticamente han transformado en su cepa insigne, ha adquirido cada vez más fuerza y es la cepa de moda en Estados Unidos. Por esa u otras razones, mientras el resto de los países vieron caer sus exportaciones viníferas por la crisis financiera mundial, las argentinas crecieron 10% en 2009.
Una tendencia que es vista con preocupación por muchos en Chile. Son varios los dueños de viñas medianas y pequeñas y muchos de productores de uva que ven en los trasandinos una amenaza creciente en los mercados externos.
Al otro lado de la cordillera, la confianza es altísima.
«Queremos que Argentina esté entre los cinco mayores exportadores del mundo», afirma Alberto Arizu, el nuevo presidente de Wines of Argentina.
Una afirmación muy significativa si se lee entrelíneas.
Hoy Chile ocupa el quinto puesto. Es decir, el crecimiento argentino es sólo el prolegómeno de una competencia que se viene cada vez más fuerte.
Alberto Arizu refleja bien la nueva seguridad adquirida por los viñateros trasandinos en los mercados mundiales.
Cuarta generación en el negocio, Arizu es gerente de comercialización de la bodega familiar Luigi Bosca. A comienzos de los noventa, sin haber cumplido los treinta años, fue parte del grupo de pioneros que delineó los primeros pasos para crear una marca país para los vinos argentinos y hace un par de semanas fue elegido por unanimidad presidente de Wines of Argentina.
«Fuimos el país viñatero que más se benefició de la crisis económica mundial. Los consumidores buscaron vinos más baratos, pero de buena calidad, y les han estado dando preferencia a los vinos argentinos», afirma Arizu.
El dirigente tiene argumentos sólidos para esa afirmación. Explica que el primer trimestre de 2010, Argentina tuvo un crecimiento de 27% en las exportaciones.
-Este año deberíamos llegar a entre los US$ 630 y US$ 650 millones en exportaciones.
lejos de la commoditización
-¿A qué se debe ese crecimiento tan fuerte?
-A que el malbec es muy agradable, fácil de beber y versátil. Se pueden producir desde vinos comunes hasta otros de alta complejidad.
-Sin embargo, apostar a una sola cepa puede ser peligroso. Australia creció muy fuerte con el shiraz, pero luego se estancó y ahora sus exportaciones están cuesta abajo.
-El problema de Australia es que llevó el vino a una commoditización, con productos que se parecían mucho entre sí. Hay que tener en cuenta que es un país donde el negocio del vino está controlado por sólo cuatro actores.
En cambio, en Argentina tenemos una gran diversidad. Partiendo por la geografía, pues tenemos cerca de 3 mil kilómetros entre las fronteras norte y sur de los viñedos y alturas desde los 600 a 3.200 metros sobre el nivel del mar.
Lo mismo pasa con quienes componen nuestra industria. Acá llegaron inmigrantes franceses, italianos y españoles. La mayoría de los viñedos está en manos de sus descendientes. Ellos nos legaron una gran variedad de cepas, como el torrontés, la bonarda o el tempranillo, entre otras. Tenemos la posibilidad de hacer mezclas típicamente nuestras.
Además, las cuatro principales empresas viñateras de Argentina controlan sólo el 15% de las ventas. Estamos muy lejos de que nuestra oferta como país sea un commodity.
Como son tantos pequeños actores dentro de la industria a veces nos cuesta ponernos de acuerdo. Sin embargo, la diversidad es una ventaja en un mundo que está corriendo peligrosamente hacia la concentración.
-¿Cuál es la estrategia de marketing que definió Wines of Argentina para capitalizar el buen momento?
-Nuestro diagnóstico es que tenemos unos tres a cinco años de alta atención por parte de los consumidores por la novedad que representa Argentina.
Nuestra marca país tiene distintos niveles de madurez, dependiendo de los mercados. En varios se nos asocia directamente al malbec.
Nuestro objetivo es mostrar que acá el vino no es sólo un producto de exportación. En Argentina se vive, hay un alto consumo interno, es parte de la cultura. Queremos transmitir la pasión argentina, que, para bien o para mal, marca la historia de este país. Hasta el fútbol nos ayuda a mostrar eso.
La diversidad es una ventaja en un mundo que está corriendo peligrosamente hacia la concentración.
La mirada sobre Chile
Arizu prefiere bajarle el tono al reciente roce entre Vinos de Chile y Wines of Argentina, luego de que se filtrara el envío de un par de mails de viñateros argentinos poniendo en duda, según los chilenos, la capacidad de la industria para reaccionar luego del terremoto.
-¿Y cómo ve a la industria chilena?
-Para nosotros es un ejemplo de lo que se puede lograr con un trabajo consistente. Las viñas chilenas tienen una agresividad comercial muy fuerte. Por ejemplo, desarrollaron el mercado asiático, nuestra falencia hasta ahora.
Hay muchos elementos del modelo viñatero chileno que son muy buenos y que miramos con atención. Somos competidores, pero podemos hacer cosas en conjunto. Me gustaría reunirme con René Merino (el líder de Vinos de Chile), afirma Arizu