Fuente: Argentine Wines – Danroc
Orujos, borras y escobajos, sólidos orgánicos que se descartan en la elaboración del vino, suelen usarse en las industrias farmacéutica y cosmética. También en la conservación de alimentos. Investigan sus beneficios en la salud humana. El proceso de vinificación de la uva deja residuos que, lejos de desecharse, suelen ser reutilizados en una serie de actividades, como la cosmetología y la industria farmacéutica, por ejemplo. Así lo explicó Andrea Antoniolli, investigadora de la facultad de Ciencias Agrarias. La profesional detalló que en la bodega, de la vinificación quedan distintos residuos: líquidos (efluentes), sólidos orgánicos (orujos, borras, escobajos), y otros sólidos (restos de embalajes, tipo doméstico, entre otros).
De ellos, los que se utilizan son los del segundo tipo. El orujo es el residuo originado en el proceso de prensado y consiste principalmente en semilla y piel; la borra es el residuo sólido que contiene el vino y que se decanta por precipitación, en la bodega se separa del líquido por medio del “trasiego”; en tanto, el escobajo proviene del proceso de despalillado, es el armazón de sostén de los granos en el racimo.
“A todos se les debe realizar una extracción de los compuestos bioactivos, los polifenoles, con métodos que no sean nocivos para la salud. Por ejemplo, si se utiliza un solvente de extracción, este no debe dejar residuos tóxicos”, explica Antoniolli. Esos polifenoles poseen actividades antioxidantes y son usados en productos farmacéuticos y cosméticos,?principalmente, aunque también en la industria alimentaria y aún como fungicidas.
La especialista aclara que actualmente las borras, por ley, deben ser llevadas a destilería, en donde se les extrae ácido tartárico y alcohol; por su parte, los orujos generalmente son acopiados y llevados a destilerías para la obtención de alcohol y otros subproductos –”el orujo agotado es utilizado como mejorador de suelo”, detalla-; la utilización de los escobajos es menos definida: suelen ser quemados, esparcidos por los callejones o utilizados en la producción de compost (fertilizantes orgánicos).
“Debido al reciente descubrimiento de ataques de polilla de la vid (Lobesia botrana), el Senasa prohíbe a las bodegas la salida de residuos de orujo y escobajos, excepto que se destinen a procesamiento industrial en destilerías ubicadas dentro del área”, dice Antoniolli.En épocas sin esta restricción, también se pueden usar los residuos de vinificación para el control de plagas y en la conservación de alimentos. “Los compuestos fenólicos también representan una rica fuente de biocidas y conservantes. En particular varios estudios han demostrado la eficacia de algunas clases de compuestos fenólicos como antimicrobianos y antioxidantes”, agrega la docente e investigadora.
Actualmente, Antoniolli y un equipo liderado por el doctor Rubén Bottini trabajan en un proyecto para extraer polifenoles de este tipo de residuos, analizarlos, e identificar las diversas especies químicas. Luego estudiarán el efecto, tanto de los extractos crudos como de los componentes principales aisladamente, sobre la actividad antiplaquetaria en sangre humana y en cultivos de células. El objetivo, entre otros, es descubrir sus beneficios sobre la salud.