El aporte de oxígeno en el vino, de forma controlada mediante un dosificador , es una técnica que, en los últimos años, se ha puesto muy de moda en las bodegas
Principalmente, se utiliza para vinos tintos, entre la fermentación alcohólica y la maloláctica y, también, después de esta. Para vinos blancos, se suele ejecutar en la entrada de uva, con una hiperoxidación -oxidando todo lo que es oxidable- y después de la fermentación alcohólica o en la crianza del vino con sus lías.
Con este aporte controlado de oxígeno se consiguen:
Ahorro de trasiegos
• Control y gestión de caracteres vegetales y reducidos (pirazina, sh2).
• Aporte de oxígeno para facilitar la fermentación de las levaduras.
• Desarrollo de la expresión varietal.
• Desarrollo de la estructura del vino, la combinación tanino-antociano, del volumen (cuerpo) y color.
• Optimización de la crianza sobre lías.
• Efecto alternativo para la crianza en madera.