La marihuana acostumbra a ser buena en Albania y el vino malo. Así ha sido, al menos, durante las últimas décadas, mientras el país, uno de los más aislados de Europa, intentaba superar los estragos de la dictadura comunista. Un Estado débil y una población obligada a buscarse la vida derivaron en una anarquía propicia para las mafias de la droga.
Desde hace un par de años, sin embargo, algo está cambiando. Cada vez hay más viñedos y menos plantaciones de marihuana y, aunque queda un largo camino por recorrer, las prioridades están claras.
Cultivar marihuana – la variedad sátiva es la más común – es mucho más fácil y rentable que cultivar la viña. Sólo en la población de Lazarat, al sur del país, se llegaron a cultivar 900 toneladas al año, con un valor en el mercado europeo de unos 4.500 millones de euros, casi la mitad del PIB nacional, según datos del Ministerio del Interior.
Hace dos años, cinco días de batalla campal en Lazarat, pusieron freno a esta agroindustria. Desde entonces, drones italianos patrullan los cielos albaneses en busca de las miles de plantaciones que siguen operativas. El año pasado, por ejemplo, se identificaron 4.634 parcelas y se destruyeron casi 800.000 plantas, 246.000 más que en el 2014.
Más de 10.000 hectáreas de viñas
Las viñas, mientras tanto, paso a paso, van creciendo y ya suman 10.000 hectáreas. No es mucho, sólo la mitad de las que se cultivaban durante el comunismo, y tampoco es de calidad. A pesar de que el suelo es muy propicio y que en Albania se ha producido vino desde hace miles de años, los viticultores han perdido el conocimiento y no saben cómo hacerlo bien. Producen para el autoconsumo, en parcelas muy pequeñas, sin maquinaria.
Abundan las variedades autóctonas. Las más valoradas son kallnet, shesh i zi, shesh i bardhe, vlosh y debine. Los vinos son dulzones, con fuerte graduación y algunos están tan mal hechos que tienen notas astringentes y rancias. Gran parte de la uva se utiliza para producir raki, el licor nacional.
Poco a poco, sin embargo, van surgiendo bodegas nuevas, dirigidas por albaneses que emigraron en los años 90 y que ahora regresan con el conocimiento y los fondos necesarios para primar la calidad sobre la cantidad.
Se instalan en el centro del país, entre las montañas y la costa, cerca de Durres y Tirana, en Berat, Fier, Elbasan, Vlora, y en torno al lago Shkodra. Cultivan desde los mil metros de altura, en las faldas de los Alpes Albaneses, hasta el nivel del mar.
Vinos albaneses, de calidad y a precios razonables
Estos nuevos bodegueros, cansados de la poca calidad de la uva que encuentran, han empezado a plantar sus propios viñedos. Aspiran a producir vinos con la calidad necesaria a un precio razonable, suficiente para colmar las expectativas de una población que cambia de hábitos y se sofistica.
Tirana está llena de bares y restaurantes de inspiración occidental, especialmente en el Bloku, el antiguo barrio de la nomenklatura comunista, donde la población tenía prohibida la entrada. Allí, junto a platos de aspiración gastronómica y base local –la verdura y la fruta son excelentes –, se sirven vinos de otros países – entre ellos mucho Rioja – que ofrecen una relación calidad precio superior a la de los vinos locales.
La Unión Europea, sin embargo, está decidida a cambiar esta tendencia. Financia programas de mejora vitivinícola y ayuda a construir un Estado de derecho que elimine la marihuana y amplíe y mejore el cultivo de la vid.
Fuente: http://www.lavanguardia.com/comer/tendencias/20160620/402639981643/albania-marihuana-vino.html