- La bodega anuncia un aumento del 52% en la facturación global, pasando de los 3,3 millones de euros en 2018 a los 5 millones de euros en 2022
- El 45% de las ventas proceden de las exportaciones a mercados internacionales como Canadá, Estados Unidos, Alemania y Finlandia
- Pioneros y galardonados en enoturismo, reciben ya 10.000 visitantes al año, un 30% más que antes de la pandemia
Imagen de la finca con vistas al mar donde se aprecia la bodega, el viñedo y la casa modernista Can Genís
Alella, abril de 2023.- Alta Alella, bodega familiar ecológica desde su origen, continúa firme en su apuesta por el territorio y comunica una inversión de 2,5 millones de euros en el desarrollo de su actividad vitivinícola, destinados sobre todo a la adquisición de nuevas hectáreas de cultivo en Alella-Tiana, además de instalaciones técnicas y herramientas para preservar la viña. “Lo que más me emociona es que mis padres empezaron con una sola hectárea en 1991 y en el 2024, contaremos con 70 hectáreas. Podríamos haber escogido otro modelo de negocio basado en el volumen, pero nuestro camino era y es apostar por la tierra, las viñas, y liderar y controlar todo el proceso de elaboración del vino”, señala Mireia Pujol-Busquets, copropietaria y segunda generación de la bodega.
Esta inversión llega tras años de crecimiento y consolidación de la marca. La Família Pujol-Busquets ha anunciado un aumento del 52% de su facturación en tan solo 5 años. Concretamente, su facturación global ha ascendido de 3,3 millones de euros en 2018 a 5 millones el pasado año. De estos, las ventas nacionales representan un 55% (con Cataluña, Baleares, País Vasco, Comunidad Valenciana, Andalucía y Madrid principalmente), y la exportación un 45% (con Canadá –Quebec–, Estados Unidos, Alemania y Finlandia como mayores mercados internacionales).
El valor del territorio
Alta Alella es la culminación de un proyecto familiar que nació hace más de treinta años de la mano de Josep Maria Pujol-Busquets y Cristina Guillén. Después de elaborar vinos por medio mundo, en 1991 adquirieron la finca modernista Can Genís donde se encuentra Alta Alella, a tan solo 14 km de la ciudad de Barcelona y a menos de 2 km del Mediterráneo, dentro de una zona agrícola privilegiada como es el Parque Natural de la Serralada de Marina. “Es un milagro poder desarrollar este proyecto tan cerca de Barcelona. Todo el esfuerzo de nuestra familia está destinado a ello”, asegura su fundador, Josep Maria.
La inversión en nuevas plantaciones de viñedos significa un impacto muy positivo para el ecosistema en la zona periurbana de Barcelona y contribuye a ordenar el territorio, aportando valor paisajístico, además de actuar como cortafuegos. La bodega trabaja con parcelas pequeñas, que respetan al máximo la orografía del territorio, manteniendo las zonas de bosque entre viñedos. Esto potencia la biodiversidad, previene la aparición de plagas y la erosión del suelo, y repercute positivamente en la calidad del vino, ya que “plantamos las variedades que mejor se adaptan en cada parcela del terreno para que expresen al máximo su potencial y singularidad, teniendo en cuenta la distancia y la altura respecto al nivel del mar, y la orientación respecto al Sol”, explica Mireia.
Cuidar del viñedo en el 2023: digitalización y responsabilidad medioambiental
Fieles a sus valores, “voluntad de transparencia y compromiso natural”, la gran apuesta de la familia ha sido siempre la responsabilidad con el territorio (nacidos ecológicos) y la elaboración de vinos y cavas de alta calidad que expresan al máximo su origen. Siguiendo la premisa de la sostenibilidad, parte de la inversión también se ha destinado a energías renovables y la digitalización del viñedo. Alta Alella viene trabajando desde hace 8 años con herramientas digitales que facilitan la trazabilidad en el campo, conceden una mayor eficiencia y optimización del trabajo en la viña, y minimizan el impacto ambiental.
“Una bodega es un proyecto a largo plazo, y para que las futuras generaciones puedan disfrutar de los beneficios de la tierra, hay que cuidarla ahora”, dictamina Mireia. Ya en el 1999, Alta Alella iniciaba su participación en el proyecto de viña experimental con Variedades Resistentes y Autóctonas Adaptadas al Cambio Climático (VRIAACC). Reducir la huella de carbono es una tarea prioritaria para la bodega, que desde hace 3 años también pertenece al grupo de empresas catalanas adheridas al “Programa de acuerdos voluntarios” impulsado por la Generalitat de Catalunya, siguiendo las directivas de los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas.
Pioneros en Enoturismo en el territorio
Cuando se trabaja en un entorno de transparencia, es lógico mantener una filosofía de puertas abiertas. En 2013, la familia puso en marcha un dinámico proyecto de enoturismo: “Hemos sido pioneros a nivel de producto y viticultura, y con el enoturismo también hemos querido ser innovadores. Hace ya 10 años que decidimos que queríamos compartir la cultura del vino de una manera muy personalizada, y con el enoturismo tenemos la oportunidad de fidelizar y acercarnos al consumidor. ¡Esto es imbatible!”, destaca Josep Maria. Una década después, reciben ya 10.000 visitantes, cifra que representa una subida del 30% en relación con los años pre-Covid. La bodega ha acumulado varios reconocimientos desde entonces y a finales de marzo del 2023, fue galardonada de nuevo en los Premis Vinari de Enoturismo.