La madrugada del 16 de agosto trajo un cambio de ciclo en los viñedos de la uva Chardonnay de Príncipe de Viana.
Si toda nueva campaña se espera con ilusión, que, además, se inaugure bajo las estrellas de una noche de verano hace que el inicio de la nueva etapa sea un momento mágico.
Para Príncipe de Viana, vendimiar a mano por la noche es una fuerte apuesta por la calidad. Las bayas no sufren con el calor y la luz del sol, por lo que se evitan fermentaciones indeseadas y pérdidas de potencial aromático. En definitiva, se garantiza la calidad de sus vinos.
Los vendimiadores trabajan con la única claridad que les proporcionan sus linternas frontales. Pero no les importa: Como las uvas blancas que sus manos cortan con mimo, también ellos sienten el bálsamo de las frescas temperaturas de la noche y la ausencia de un sol que les castigaría durante el día.
Mientras en la viña los vendimiadores depositan los racimos con cuidado en las pequeñas cajas, un tractor hace incontables viajes a la bodega, asegurando que la uva llega rápidamente a la cámara de frío.
Aquí, las uvas pasan por un proceso de crioextracción; se congelan solamente sus hollejos, para romper las paredes celulares y obtener máxima expresión aromática.
Después, las uvas pasan por una estrecha selección en las mesas vibratorias, con el fin de eliminar restos verdes y asegurar que los blancos de Chardonnay de Príncipe de Viana expresarán sólo y únicamente la personalidad de las mejores uvas de sus viñedos. En unos meses, podremos comprobarlo.