La bodega Pazo Pondal es un gran exponente de vinos con mucha personalidad en la Denominación de Origen Rías Baixas. Con un equipo plenamente implicado en una elaboración muy meticulosa, en la que la recuperación de prácticas ancestrales tiene cada vez más protagonismo, son también un ejemplo de viticultura responsable con el medio natural. Su último lanzamiento, el Miña Vida de la añada 2017, concentra todas esas virtudes.
Arbo, Pontevedra, 28 de septiembre de 2018. Pazo Pondal tiene ya al frente a la segunda generación de una familia que tradicionalmente ha cultivado la variedad albariño, estrella de la D.O. Rías Baixas. Aunque la bodega como tal se inauguró en 2006, como corolario del esfuerzo familiar, en ningún momento han desaprovechado su historia. Es más, sirve de base y referencia para sus proyectos de futuro.
La bodega hace gala de buscar vinos cada vez más singulares, propios, que huyen de las estandarizaciones y expresen con la máxima elegancia las peculiaridades de la subzona del Condado do Tea, en el sur de la denominación y con los viñedos cuidados por el microclima del valle del río Miño.
La personalidad de Pazo Pondal emana en buena medida de esas condiciones. La suya es la zona más cálida y mejor protegida de Rías Baixas. Por eso «conseguimos que nuestros vinos sean más estructurados y con más graduación alcohólica», tal como relatan desde la bodega, que resalta también la relevante influencia que ejercen sobre su producción los bosques próximos de pinos, eucaliptos y carballos.
«Nuestros vinos reflejan el paisaje de sus viñedos y su ‘terroir’, transmitiendo el cuidado con el que se tratan sus cepas», confirman los responsables de la bodega. De este modo, en las enormes cualidades aromáticas destacan las notas de frutas y flores silvestres presentes en el viñedo. En combinación con la frescura y el toque de acidez propios de Rías Baixas, el resultado son vinos blancos de primerísima división.
«MIÑA VIDA», UNA DELICIA PERFECTA
El último ejemplo del trabajo de Pazo Pondal es el Miña Vida de la añada 2017. Se trata de una delicia perfecta. La bodega ha embotellado en esta referencia toda la experiencia acumulada generación tras generación y aplicada ahora con suma meticulosidad y valiéndose de las innovaciones tecnológicas. Baste decir que su vendimia es manual y para su elaboración se utiliza únicamente mosto flor sin prensar, que se somete a maceración en frío y una fermentación controlada, con una posterior crianza sobre sus propias lías con agitación dos veces por semana durante seis meses.
En este 60% albariño y 40% treixadura, procedente de viñedos de entre veinte y cuarenta años de edad, se percibe una gran intensidad aromática. Es una apetecible conjugación de aromas cítricos y florales con toques minerales y reminiscencias de menta. Resulta idóneo para acompañar cualquier plato marinero, pero muy aconsejable también para un aperitivo informal y perfectamente compatible para equilibrar platos más contundentes de carnes.
La gama de Pazo Pondal está organizada con muy buen criterio
Miña Vida es el complemento idóneo a una gama de vinos que Pazo Pondal ha organizado con inteligencia. Sus marcas están encabezadas por el Premium Pazo Pondal, un 100% Albariño sublime y a la vez intenso. Con Leira Pondal, elaborado con una selección de uva albariño de las parcelas más altas, la bodega trata de satisfacer a quien busca un vino goloso y fresco. Lenda, con más aspectos frutales, puede entenderse como un paso más en ese camino. Y con Cuvée Pazo Pondal la bodega firma su vino más elaborado, un monovarietal Albariño de las parcelas más antiguas que pasa doce meses en barrica de roble francés. Fuera de la D.O. Rías Baixas, Pazo Pondal propone un godello de la D.O. Bierzo en el que se aprecia también su buen hacer.
VITICULTURA RESPONSABLE
«Hemos heredado la pasión, la devoción y el amor por los viñedos de nuestros ancestros», proclaman los actuales responsables de la bodega. Eso se traduce en su estrategia de orientar Pazo Pondal hacia una viticultura responsable con el medio natural e incluso hacia la producción ecológica. Todo el equipo comandado por Olivia Hernández está volcado en tal fin, conscientes de que además es un instrumento fundamental para profundizar en la identidad de sus vinos.
De este modo, en los últimos años Pazo Pondal ha buscado la regeneración de sus suelos, unas quince hectáreas bastante concentradas en contrapunto al minifundio habitual en la zona, así como la recuperación de prácticas ancestrales de los fundadores. Están logrando evitar la erosión ocasionada por la elevada pluviometría (unos 1.200 litros por metro cuadrado al año) en un terreno bastante pendiente. También procuran el equilibrio mineral de sus suelos, que aporta salud natural a las vides y les evita depender en exceso de productos agroquímicos agresivos. Para fertilizar han potenciado el uso de su propia materia orgánica.
En conjunto, esta concepción de la viticultura se traduce en vinos menos expuestos a alteraciones de su propio proceso natural y un futuro sostenible tanto para los viñedos como para la biodiversidad de la zona de la que forman parte.
¿QUIERES CONOCERLA DE CERCA?
El mayor error que podría cometer cualquier bodega hoy en día es trabajar a puerta cerrada. Ni de lejos caen en él en Pazo Pondal, que ofrece completas visitas de enoturismo en las que descubrir la viticultura, los vinos, la gastronomía y los paisajes de su zona, en el valle del Miño. Las visitas pueden concertarse con cita previa de lunes a viernes y tiene una duración de 40 minutos. En cada época del año facilitan conocer de primera mano las sucesivas fases de elaboración del vino.
La bodega permite además utilizar sus instalaciones, plenamente accesibles para personas con discapacidad, para organizar eventos como reuniones de trabajo, charlas, simposios o catas. Son para un grupo mínimo de ocho personas.
Quien acuda a Pazo Pondal no debe olvidar que está en Arbo, la capital gastronómica de la lamprea. Es un pez tan extraño como sabroso que remonta cada año el Miño y que en la propia bodega Pazo Pondal, preferentemente en temporada, la preparan a la perfección. La localidad conjuga en un mismo museo el Centro de Interpretación do Viño e da Lamprea, una relación indisociable en la mesa de esa comarca gallega.