El sector vitivinícola español es de gran importancia tanto por el valor económico que genera como por la población que ocupa y por el papel que desempeña en la conservación medioambiental.
España, con cerca de 1,2 millones de has destinadas al cultivo de la uva (de la que el 97,4 % se destina a vinificación, el 2% a uva de mesa, el 0,3 % a la elaboración de pasas y el 0,3 % restante a viveros), sigue siendo el país con mayor extensión de viñedo de la Unión Europea y del mundo (un tercio de la superficie total de la UE, seguida por Francia e Italia con aproximadamente un 25% cada una, lo que representa más de un 15% del mundo), y con una tradición elaboradora de vinos que se remonta a la época de los romanos. La vid ocupa el tercer lugar en extensión de los cultivos españoles, detrás de los cereales y el olivar.
De acuerdo con los datos recogidos por la Organización Internacional de la Viña y el Vino (O.I.V), el descenso en las superficies destinadas al cultivo de uva de vinificación que experimenta la Unión Europea queda compensado con el crecimiento fuera de la zona, por lo que la superficie a nivel mundial se mantiene prácticamente estable, pasando de 7.930.000 hectáreas en 2005 a 7.924.000 en 2006.