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El vino ya no se bebe, se come

El Salón del Gourmet presentó un cava gelatinoso que se usa en frío como aderezo.

La cuadratura del círculo en el universo del vino impactó ayer en el Salón Internacional del Club de Gourmets con la presentación en sociedad de Sòlid, un cava de textura gelatinosa. Las dentelladas de vino sustituyen a los sorbos en un sorprendente retorno al cuerpo de la uva que obliga a revisar el diccionario, ya que el producto no es necesariamente un licor (cuerpo líquido), y mucho menos una bebida.

El proyecto, muy serio, tiene por objetivo la excelencia: preservar las cualidades organolépticas del caldo, excepto la textura, claro. Sòlid no necesita cocinarse y, por tanto, conserva intactas sus propiedades de olor y sabor, e incluso mantiene el carbónico natural. Va de la bodega al plato, por lo que puede utilizarse como salsa para acompañar determinados alimentos.
El cava que se come lo produce Agustí Torelló Mata en colaboración con el prestigioso restaurante El Celler de Can Roca (Gerona), de dos estrellas Michelin, y la Fundación Alimentación y Ciencia, que preside Ferran Adrià.

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