Hola amigos:
Por razones económicas y prácticas la tapa a rosca ha empezado, en Argentina, a ganar la simpatía de bodegueros y enólogos. La consideran adecuada para los vinos jóvenes y se usa, fundamentalmente, en botellas de tamaño pequeño. Imagino que además de abaratar costos, se busca captar un consumidor joven que no tiene entre sus preferencias al vino.
Hasta aquí, estamos de acuerdo. Pero me inquieta algunas expresiones de reconocidos profesionales que en defensa de la tapa a rosca, argumentan en contra del corcho (ya por cierto escaso) y de los tapones sintéticos.
Resulta, para confusión de todos, que el tan preciado traspaso de mínimas cantidades de oxígeno que el corcho permite, ahora es un gran enemigo. Y se proclama las ventajas de la tapa a rosca: ¡Podremos guardar vinos durante muchísimos años!¡Atrás con los problemas de contaminación que puede causar el corcho!
Todos sabemos que la oxidación es un proceso vital e inevitable que comprende a todo ser vivo y no por ello dejamos de respirar (lo que significaría nuestra muerte). El vino, aun quede encerrado en una botella sigue bajo su influencia, lo cual no significa, al menos hasta hace poco, ninguna calamidad. Por el contrario ese largo proceso (en algunos vinos que así lo permiten) lo enriquece, le da vida y lo ayuda a evolucionar de manera correcta en muchos casos y excepcional en otros.
Pero ahora nos cambian la historia y esto me huele mal… Puedo comprender algunas tapas a roscas en algunos vinos (aunque no sean de mi agrado) pero que el argumento sea en contra del corcho, no me parece ni válido ni ético.
¿Cuál es su opinión?
Saludos.
Patrizia
www.leccionesdevino.blogspot.com :typeo:
