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Enoturismo en Chile

No es necesario ser un enólogo para hacer turismo de vinos. Cualquier mortal que disfrute de una copa de vino y del poco reconocido arte de apreciar la naturaleza simplemente porque sí está invitado a participar de esta experiencia.
Eso lo saben bien nuestros vecinos chilenos, pues han creado una variada propuesta turística que tiene a la bebida de Baco como protagonista.

En los reinos de Cousiño y Macul

A tan solo 20 minutos de la ciudad de Santiago de Chile lo espera la bodega Cousiño y Macul. Allí no solo aprenderá cómo la vid se transforma en vino, sino el minucioso trabajo que este proceso requiere, pues deben controlarse variables tan caprichosas como la temperatura o humedad del ambiente, cuidados encomendados a los enólogos que tratan a cada cosecha con la misma dedicación que a un hijo pequeño.

Durante su recorrido verá las barricas de roble francés que contrastan con maquinaria vitivinícola más moderna. Le echará un vistazo a la vinoteca que guarda vinos desde 1927 y que conserva la historia de las cosechas de la marca y le hablarán también del icónico vino Lota (creado para celebrar los 150 años de la viña) que demora tres años en lanzarse al mercado.

Tanta información se remata con una cata que incluye los anhelados vinos reserva. Apunte cuáles le gustaron más y cómprelos en la tienda de la bodega antes de que el licor haga estragos en su memoria.

Con el diablo en el cuerpo

Si está en Santiago de Chile, considere también una visita a la bodega Concha y Toro, responsable de las marcas Casillero del Diablo, Concha y Toro, Sunrise, Frontera y Don Melchor.

Llegar a este lugar, desde la ciudad de Santiago, le tomará, aproximadamente, una hora y veinte minutos y tan solo al cruzar sus puertas uno se siente en algún lugar muy lejano de la siempre caótica capital.

Durante su recorrido apreciará la bella casona donde la familia Concha y Toro solía veranear y que, por un momento, nos recuerda alguna escena de “Lo que el viento se llevó”. Caminará entre los viñedos y, siempre acompañado de un muy bien informado guía, llegará a la mítica bodega de esta firma.

Lo de mítica no es un halago gratuito, pues entre los recovecos de esta se esconde el diablo. Sí, el diablo que resguarda que nadie se robe las botellas de don Melchor Concha y Toro. El diablo, o una sombra de él, se le aparecerá en lo profundo de las bodegas, listo para ser retratado.

Y no puede abandonar la bodega sin pasar por su tienda. No solo encontrará vinos para todos los bolsillos, sino también souvenirs y artículos relacionados a la cultura vitivinícola.

El tren del vino

Una experiencia solo para conocedores y fanáticos: el tren del vino. Este servicio se brinda en una locomotora de inicios del siglo pasado. Los turistas parten en bus de Santiago de Chile y llegan a la ciudad de San Fernando. Este es el punto de partida para tomar el tren que durante 42 kilómetros le ofrecerá degustaciones de vino, música en vivo y una guía.

Llegará al valle de Colchagua y podrá elegir entre distintos programas turísticos que van desde US$60 hasta US$500. Algunos incluyen alojamiento, paseos en teleférico, visitas a museos, etc

Todo por la web

Para los interesados en hacer turismo de vinos y organizar su viaje, el portal web Turismo vino les será de utilidad. Ingrese y dele un vistazo a la oferta turística de 37 viñas chilenas. Reserve los recorridos que le llamen la atención y haga el pago con su tarjeta de crédito. Al llegar a la ciudad elegida, tendrá su tour esperándolo. Las reservas se pueden hacer desde cualquier lugar del mundo, atienden las 24 horas y los 365 días del año.

Fuente: Diario El Comercio, Perú

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