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Los nazis disfrutaban más con las botellas de vino que con las obras del Louvre

La escritora irunesa Virginia Gasull publica su primera novela, ‘In vino veritas. En el vino está la verdad’, una obra de ficción con tintes históricos que hará al lector partícipe de toda la cultura que envuelve a los viñedos franceses.

‘In vino veritas’. Ya lo dijo el filósofo romano Plinio el Viejo: en el vino está la verdad. Una realidad que Virginia Gasull (Irun, 1974) muestra a través de la inspectora Oteiza, una donostiarra que ha de emprender una investigación para localizar unas botellas de vino históricas, consideradas auténticas obras de arte por la importancia y el peso en el acervo cultural que tiene el vino en zonas como la de Burdeos, La Borgoña o Champagne. Los saqueos que los viñedos sufrían durante la ocupación nazi en la II Guerra Mundial envuelven esta historia asentada en el siglo XXI donde el misterio, la acción y la intriga se compenetran con pinceladas de humor y amor. Una novela que en los dos primeros días desde su publicación ha llegado a ocupar el número dos del ranking nacional de Amazon, así como el número uno y dos de las categorías ‘Romántica’ y ‘Policiaca, negra y suspense’.

¿Cómo empieza esta aventura de escribir ‘In vino veritas. En el vino está la verdad’?

– Soy muy aficionada al vino y siempre me ha gustado hacer cursos de catas e ir a visitar bodegas. Fue precisamente en un viaje a un château de Burdeos cuando empecé a descubrir el sufrimiento que padecieron los vinicultores franceses cuando los nazis asaltaron sus viñedos. Su lucha por salvaguardar sus vinos de los saqueos alemanes, por seguir produciendo vino para el ejército alemán a pesar de la falta de suministros y mano de obra, su colaboración con la Resistencia. y creí que era necesario rendir homenaje a aquel episodio de la historia.

– Una novela de ficción con tintes históricos entonces.

-Sí. No quería escribir el libro con una base histórica documentalista, por eso preferí contarlo a través de unos personajes ficticios. Para que fuese más ameno a los lectores. La novela está protagonizada por Oteiza, una inspectora que se ve envuelta en el caso del robo de unas botellas y para ello cuenta con la ayuda del dueño de un château, Édouard Deauville. Él es quien invita al lector a conocer lo que pasó realmente durante la ocupación nazi. Aunque la trama esté ideada, todos los datos y la información que doy son totalmente ciertos. Pero los narro como si fuesen aventuras de la abuela de Édouard.

– Los saqueos a los viñedos franceses parece que han pasado desapercibidos en la historia de la II Guerra Mundial. ¿Cómo descubrió lo que realmente sucedió?

– He pasado muchas horas en la Biblioteca de Burdeos, y fue ahí donde me di cuenta del nivel histórico que supuso esta trama durante la guerra. Muchos meses visitando Burdeos, Champagne o Borgoña, hablando con los vinicultores. En un viaje me fijé en el Château de Comtesse de Lalande y supe que quería inspirarme en él. Vi ese castillo y no dudé en ponerme en contacto con los dueños. Fui a visitar el dominio, me recibieron, me enseñaron el Château de arriba abajo. todo para que captase la atmósfera. Fue en esos encuentros cuando me contaron todas las tramas.

– Unas tramas donde hay cabida para todo tipo de géneros. Hay misterio e intriga, acción, humor, sexo.

– Tenía muy claro que quería escribir algo que a mí me gustaría leer. Por eso he intentado equilibrar todos esos aspectos. Quiero que el lector disfrute, se enganche y que a la vez vaya aprendiendo sobre vino y la historia que los envuelve. Que es más de lo que la gente se imagina.

– ¿Es por tanto el vino la parte desconocida de la II Guerra Mundial?

– La historia que envuelve a las zonas vinícolas de Francia, sí. El vino, en parte, fue clave para que la Resistencia conociese los movimientos de tropas de los alemanes.

– ¿Por ejemplo?

– En una ocasión, cuando los nazis exigieron los pedidos rutinarios, dijeron que embotellaran los recipientes de una manera especial para ser destinadas a un lugar muy caluroso. Los franceses inmediatamente pasaron aquella información a los británicos que fueron tras la pista, hasta descubrir que aquel lugar caluroso era Egipto.

– Parece que el vino fue más importante de lo que se conoce.

– Los nazis disfrutaban más con las botellas de vino que con las obras del Louvre. Hitler tenía en su famosa residencia de ‘El Nido del Águila’ una colección privada de más de medio millón de botellas robadas. Los Rothschild, los Mouton, los Lafite. los mejores de Burdeos, y también de La Borgoña o Champagne como los Bollinger, Krug, Pommery o Moët.

Todas ellas añadas legendarias pero, ¿se tiene que entender de vinos para meterse en la historia?

– Los enólogos avezados en la materia seguro van a disfrutar, pero no. Oteiza es totalmente profana en el tema y, a medida que avanza la trama, va aprendiendo y apasionándose por la cultura del vino. Por eso el aprendizaje del lector que no entiende de vinos irá creciendo a medida que Oteiza va avanzando en la investigación.

El enredo de la trama comienza con el robo de unas botellas que iban a ser subastadas en Madrid, pero pronto la protagonista cae en el Festival de Cine Internacional de su Donostia natal para seguir persiguiendo pistas.

– La verdad que a mí la investigación me gusta hacerla in situ, por eso decidí ambientarla en Madrid, San Sebastián y Burdeos. He estado en todos los rincones en los que Oteiza ha estado. Pude ir a la gala inaugural del festival el año pasado y estuve en el cocktail de San Telmo donde hay una trama importante de la historia. Me ha llevado mucho tiempo, pero he tenido la suerte de poder visitar todos esos lugares donde se desarrolla el libro.

– ¿Cree que está de moda entender de vinos?

– Sí, pero creo que hay mucha gente que va de que entiende de vinos, que se deja un dineral en botellas pero luego no saben siquiera qué es lo que tienen en casa.

– ¿Podemos decir que hoy en día hay botellas de vino consideradas como obras de arte?

– Por supuesto. Los franceses consideran arte al vino. Yo considero arte al vino. Además, aquellos robos que ocurrieron son hoy patrimonio cultural de su historia. Realmente, hay mucha gente que por el valor histórico de esas botellas se deja muchísimo dinero, como si fuera un cuadro.

– En el libro da realmente cifras escandalosas.

– Y todas ciertas de subastas reales a las que asistí. Pueden valer miles y miles de euros. Las botellas de champagne, de Perrier-Jouët alcanzaron 4100 euros cada una. Y no eran las más caras, ni mucho menos.

– Las botellas que roban en su novela, son algunas de las que se encontraron en El Nido del Águila cuando finalizó la guerra y fueron devueltas a sus orígenes o cedidas a museos.


– Cuando las tropas de la Resistencia alcanzaron aquella residencia del dictador, descorcharon algunas de las botellas y brindaron por la caída de los alemanes. Son pura historia que, en este caso, unos desalmados roban. aunque al final se sabrá que el robo de esas botellas que se recuperaron son solo una pista más para encontrar la obra de arte más buscada de la historia.

– Apenas hace un mes se desmanteló a un grupo de ladrones que robaban grandes vinos de Burdeos. ¿Casualidad?

– Parece que mi ficción se ha hecho realidad. La verdad es que he tenido muchas casualidades. El Museo Thyssen tiene ahora una exposición del vino en el arte, y eso lo escribí yo en marzo del año pasado. Se ve que los vinos y el arte están ligados y sobre todo que ahí hay mercado.

– ¿Seguirá entonces aprovechando sus conocimientos sobre el vino para continuar con Oteiza y sus investigaciones?

– Ya estoy trabajando en mi segunda novela y el vino seguirá siendo el hilo conductor en el desarrollo personal de mis personajes. Aunque no quiero adelantar nada, ya estoy investigando y visitando bodegas españolas que sufrieron durante la Guerra Civil.

Fuente:
http://www.diariovasco.com/v/20140406/cultura/nazis-disfrutaban-botellas-vino-20140406.html?utm_source=diariovasco.com&utm_medium=rss&utm_content=ultima-rss&utm_campaign=traffic-rss

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